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'Schumi' está a dos puntos

Fórmula 1 | GP de Italia

'Schumi' está a dos puntos

'Schumi' está a dos puntos

El alemán ganó en Monza el día que anunció su retirada Mientras, Alonso abandonó por una avería

Terminó el GP de Italia y al fin se levantaron todas las máscaras. Una obra de teatro comandada por la FIA, que le sirvió el triunfo en bandeja a Ferrari, y culminada por su actor principal, Michael Schumacher, que celebró el triunfo entre lágrimas y abrazos y anunció su adiós a las carreras. Se va el piloto con más palmarés de todos los tiempos, el más profesional de todos, un gran campeón marcado también por la polémica. Deja este cortijo que ha dominado a su antojo durante más de una década dentro y fuera de las pistas. Y lo hace porque ve que cada vez es más difícil mantener el nivel ante un gran campeón llamado Fernando Alonso. Un piloto con más talento natural que el suyo, y también en un momento más dulce. Si hay justicia, Alonso debería ganar este Mundial en la última carrera en Interlagos, el lugar donde se decidirá la corona de 2006. Ayer no la hubo en Monza. El asturiano abandonó y su gran rival está ahora a sólo dos puntos.

Una vez más, el piloto español supo levantarse de la adversidad y remontar de la décima a la tercera plaza. Sin embargo, la mala suerte en forma de una espectacular avería de motor le arrebató seis puntos a nueve vueltas del final. Felipe Massa, más Farsa que nunca, se salió recto en la primera curva al ver la humareda. Iba nerviosito perdido porque Fernando le había pasado por encima en boxes, y tampoco había podido en ningún momento con el pilotaje brillante y finísimo de ese fenómeno del futuro que es Robert Kubica. Felipe terminó noveno, fuera de los puntos y fue la única pequeña alegría de la jornada. El justo castigo a la arrogancia de alguien que se ha creído el rey del mundo por ganar una carrera. Ha renovado dos temporadas con Ferrari.

Problema.

Gracias a la cacicada del sábado, el Mundial ha descendido a las cloacas de la mentira. A la lucha de los despachos y a la trampa. Renault tiene fotos que muestran a técnicos de Bridgestone rociando de noche unos neumáticos con una vestimenta clavada a la de las empresas de productos químicos. Se cree que tratan los compuestos entre calificación y carrera para mejorar su durabilidad en las tandas largas. Esto explica sus repetidas primeras filas en parrilla. Y el milagro de los domingos. Las imágenes ya están en manos de la FIA. Se las entregó la plana mayor de Renault y Michelin nada más acabar la carrera. Ahora deberían estudiar los neumáticos empleados por Michael. Un análisis que puede tardar. Pero si encuentran alguna sustancia extraña el castigo podría ser la exclusión inmediata del gran premio. Si le conviene a Ecclestone, claro

Cuando se ama el deporte, y eso es extensible a todos los redactores de AS, hablar continuamente de sanciones y manipulaciones en lugar de gestas es triste. Si Alonso hubiera salido desde la quinta posición en parrilla, la que conquistó en la pista, habría luchado por la victoria. Y el tono de esta crónica sería distinto. Tal y como se disputó el gran premio hubo que conformarse con su cabalgada taponado por el tráfico y las turbulencias (a bastante menos de cien metros, por cierto). Con una salida impecable en la que pasó a la tortuga Rubens Barrichello (el piloto que peor sale del mundo), a su compañero Giancarlo Fisichella (que le dejó paso en la primera curva) y a Pedro de la Rosa, que tenía un motor agonizante y prefirió echarle un cable a su futuro compañero de equipo. Después se fue a por Nick Heidfeld y le adelantó en el límite de lo razonable. Se saltó la chicane, casi se toca con Jenson Button y, si las normas fueran serias, podría haber sido sancionado. Pero bajo las actuales leyes del antiguo oeste que mandan en la parrilla todo vale y fue correctísimo en su actuación.

Desde ese momento se colocó al rebufo de Button, mientras Raikkonen se alejaba con demasiada parsimonia de Michael Schumacher (a segundo y medio) y Massa demostraba su impotencia ante Kubica, ese portento nacido en Polonia. Robert es un seguidor del estilo de pilotaje de Alonso. Ése que ha revolucionado la Fórmula 1 y que algunos bautizaron erróneamente neutroviraje.

Justo antes de que empezara la pasada temporada, en un artículo de una prestigiosa revista británica se decía que Alonso iba a sufrir ante Fisichella con las normas de ruedas para una carrera porque desgastaba demasiado los compuestos. Está claro que acertaron. Se proclamó campeón. En pocas palabras este pilotaje que tienen algunos jóvenes pilotos (también Vettel), consiste en retrasar más la frenada a la entrada de la curva y girar el volante con fuerza hacia el vértice, manteniendo la trazada mientras se abre poco a poco la dirección. La línea clásica apuesta por frenar antes para acelerar también antes y controlar con el volante la salida. El hombre de BMW Sauber le dio al brasileño de Ferrari una lección de constancia, algo que desconoce su rival, capaz de volar en una vuelta y perder cuatro décimas a la siguiente. Ambos sucumbieron ante el trueno azul, que ya se deshizo de Button en la primera parada. Y que salió de boxes emparejado con el piloto de BMW en un emocionante duelo.

Desastre.

El problema se produjo dos vueltas después. La primera avería del motor de Alonso desde el GP de Bélgica de 2004. Denis Chevrier nos comentó tras la carrera lo que había sucedido: "Parece que se trata de un pistón y ha sido una avería sorprendente que no tiene nada que ver con la evolución D de motor. Esperamos tenerlo resuelto para dentro de tres semanas en China. En Brasil, la última carrera, Fernando tendrá una mecánica para sólo un gran premio. Lo importante es que hemos dado la sensación de que somos suficientemente veloces como para ganar a Ferrari en ambas coronas. Michelin ha hecho un gran trabajo y nuestro monoplaza es muy competitivo". Terminó la carrera y el podio demostró la escasísima resistencia de un muy sonriente Kimi Raikkonen, que fue anunciado como piloto Ferrari para las tres próximas temporadas.

Justo lo que estará Alonso en McLaren, que se fue del circuito entre ovaciones. Rodeado de pancartas a su favor en la casa de Ferrari. Con el apoyo de la mayoría de pilotos de la parrilla, incluso de los periodistas italianos. Nadie aplaudió los lloros de cocodrilo del presidente de la escudería transalpina, Luca di Montezemolo. Ni hubo especiales emociones en el adiós de Michael Schumacher. Las maniobras de su escudería han puesto a buena parte de la prensa en su contra. Clamando contra la injusticia. Y con el horizonte puesto en las carreras de China, Japón y Brasil. Las dos últimas son, sobre el papel, dos pistas favorables para el Renault de Fernando Alonso, que está más motivado que nunca para amargarle a Michael su despedida.

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