NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Fórmula 1 | GP de Italia

No hay que rendirse

Ahora que el enemigo sí que aprieta de verdad, es el momento de no desfallecer, de mostrarse más fuertes que nunca. Alonso lo está haciendo y eso nos da ánimos a todos los demás, nos recuerda que, todavía hoy, el líder del Mundial sigue siendo un español.

Actualizado a
Fernando Alonso

¡Somos líderes!Es lo primero que no debemos olvidar: Fernando Alonso se mantiene al frente del Mundial de Fórmula 1. Reconozco que lo de ayer fue un mazazo, un desenlace inesperado e injusto para otro carrerón del asturiano. Pero no hay que rendirse, ésa es la alternativa para los cobardes. Alonso no está dispuesto a hacerlo... y yo tampoco. Sigo confiando ciegamente en el talento sobrenatural de Fernando y en que la fortuna le devuelva lo que le ha quitado en los últimos grandes premios en forma de averías y de cafradas de la FIA. El líder lo es porque los demás están detrás y, como tal, mantiene su condición de favorito. Es evidente que la tendencia se ha invertido, pero tampoco es que la superioridad de Ferrari sea tan manifiesta como para pensar en el desastre. Ayer mismo, en Monza, sin todo el cúmulo de despropósitos que sufrió Alonso, el podio hubiera sido la recompensa justa a tanto esfuerzo y pundonor.

Tufillo rojo. Sí, porque si el Renault número uno hubiera arrancado quinto y no décimo, puede que el desarrollo de los acontecimientos hubiera sido diferente. Es una mera especulación, desde luego, pero quizá su piloto no hubiera forzado tanto, quizá el motor no se hubiera roto, quizá en la salida Schumacher no se habría marchado... Quizá, quizá, quizá. Lo lamentable es que tengamos que lanzar hipótesis innecesarias de no mediar la incompetencia de unos comisarios que se dejan amedrentar por las presiones de Ecclestone y de la mafia roja de Maranello. Lo dijo Alonso: esto no es deporte. Y yo lo apostillo: se llama prevaricación.

Una fea despedida.Además, lamentó mucho que un piloto de la categoría de Michael Schumacher se vea envuelto en una polémica tan fea justo el día en que anuncia su retirada. Primero, porque quizá (de nuevo sólo quizá) no hubiera necesitado de esa treta barriobajera de su equipo para ganar el GP de Italia; segundo, porque seguro que no desea conquistar su octavo título mundial bajo la sombra de la sospecha y la conspiraci y tercero, porque nunca tiene justificación intentar vencer a cualquier precio. El campeón más grande de la historia debería estar por encima de tanta miseria, lo mismo que una escudería, una marca, que representa todo un mito.

Guerra de despachos.Tampoco me gusta que esta recta final de la temporada se pueda convertir en una guerra de despachos, de reclamaciones y apelaciones. Lo que podría resultar una batalla épica en los circuitos, entre dos pilotos excepcionales, tiene camino de transformarse en una sucia pugna burocrática, un atentado contra el espíritu deportivo y la grandeza del deporte. Si tiene que ganar Schumi, que lo haga; pero que a todos nos quede la sensación de que lo ha logrado porque es mejor que su rival, no porque su equipo sea más poderoso que el contrario.

Un consuelo.Menos mal que el día nos lo salvaron muy lejos de Italia (tampoco De la Rosa tuvo suerte esta vez). Nuestros chicos de las motos estuvieron enormes en Malaisia y en un subidón de euforia me hicieron soñar con un pleno español en este inolvidable 2006: la F-1 y las tres categorías de Mundial de motos. Ya digo: no pienso rendirme...