Diez de la mañana de ayer. Suena el teléfono. "Alonso se marcha a McLaren-Mercedes y correrá con ellos en 2007, 2008 y 2009. En unas horas la anuncian". La voz anónima no dice nada más, pero esto es una bomba termonuclear. Dos horas después el equipo germano-británico hace público el comunicado en el que anuncia este fichaje. Ya lo dijo el propio piloto ovetense hace unos días: "Me iré al equipo que más opciones me dé de ganar". Y así ha sido. Renault no puede asegurarle a largo plazo posibilidades de victoria. Ni de competir.

Con una valentía impropia de un piloto de F-1, el ovetense realizó la operación al margen de los deseos de su mentor, Flavio Briatore, que pretendía que renovara dos años más con Renault, la escudería en la que el magnate italiano controla todo. Las negociaciones las ha llevado personalmente el mánager del español, Luis García-Abad. El hecho es que el apartado económico también es suculento: un supercontrato de más de 30 millones de euros por temporada. Mucho más del doble de lo que ha podido ingresar este año con los bonus en el equipo francés. Casi a la altura de los mejores contratos de Schumacher. Y con sólo 24 años.