Lo escribía en una carta pocos días antes de convertirse en mito: "Estoy feliz, hago mucho el amor y mi mujer se quiere divorciar, como cada primavera, pero ahora Ferrari me fuerza a correr la Mile Miglia. Qué mierda...".

Alfonso de Portago había conseguido ser piloto oficial de la Scuderia en 1956 y un año después perdía la vida en la carrera de mil millas que recorría Italia, en un accidente que costó la vida a otras nueve personas. Pero antes de irse con 28 años, el español estuvo dos temporadas, participó en cinco grandes premios y consiguió un podio al ser segundo en el de Inglaterra de 1956.

Lograr la primera victoria española ya es cosa de Alonso. El asturiano es muy distinto de Portago. Aquél nació en Londres, con su nobleza, y llegó a Ferrari tras ser su cliente. Éste ha tenido que ver el sacrificio de su familia para llegar arriba y se vestirá de rojo con dos títulos mundiales. En el capítulo de lo común, el talento y la valentía. Y saber lo que vale la vida. "Si muero mañana, no por ello habré dejado de vivir 28 años maravillosos", dijo Portago antes del viaje eterno.