Tenía una enorme curiosidad por descubrir el rendimiento de Jaime Alguersuari al volante del Toro Rosso, la verdad. Su desafío me parece inconmensurable y desconocía por dónde podía salir el joven catalán cuando, por primera vez, se pusiera al volante de un Fórmula 1 en un gran premio. Y ha superado la prueba con notable alto. Confieso que me atenazaba el pánico de que el chaval la liara. Quiero decir que se viera superado por la presión y 'aparcara' el coche cerca de Budapest o estuviera involucrado en un incidente con otro piloto. Pero no ha sido así. Ha cumplido con su parte del trabajo, que no es otra que dar vueltas y más vueltas, con el valor añadido de que sus tiempos son excelentes en relación a su compañero Buemi, que es la única referencia posible. Un debut esperanzador, por tanto, el de Jaime.

En relación a la noticia del fin de semana, la iniciación de Alguersuari en la F-1, también me está gustando mucho el papel de Alonso. El asturiano se está mostrando cordial, actuando casi de anfitrión de su compatriota y saliendo en defensa de las críticas que le están lloviendo al catalán en casi todos los idiomas (creo que en castellano no, al menos de momento). Es una actitud que le honra, porque ni está obligado a ello ni gana nada con esa actitud, así que entiendo que lo hace con la buena voluntad de un hermano mayor que avisa al pequeño de los riesgos de llegar tarde a casa. Aunque esto es así, desde luego, porque Jaime no es a día de hoy ninguna amenaza deportiva para Alonso. Si tal circunstancia llega a producirse, seguro que el discurso de ambos será bien diferente. En esto de las carreras, amigos, los justos...