A las cinco de la mañana estaba buscando un rutómetro de motos para salir a la séptima etapa. José Manuel Salinero, el guardia civil del Dakar, está completando la carrera en solitario con un Nissan de varios años y escasa ayuda.

Quien sí está de su lado es la Gendarmería Nacional, un cuerpo similar a la Guardia Civil española, que sigue sus pasos. En la parte delantera de su coche sólo se puede leer su nombre y el de Irene, que siempre le acompaña en esta dura prueba en la que se ha propuesto terminar y además, como siempre, ayudar en labores humanitarias.