Camacho lo llamaría tirar del carro. Con el fichaje de Alonso, Renault ha logrado algo más que un piloto genial.  Ha reactivado a un equipo dormido. El regreso del campeón ha devuelto la ilusión perdida a los trabajadores que vivieron el duro tránsito del éxito a la mediocridad. El mejor tiempo de su primer ensayo en Jerez tal vez sea sólo una anécdota, pero anímicamente significó mucho más. En Cheste los registros no han sido tan brillantes y hay mucho trabajo por hacer, pero el ambiente inspira confianza. Los que subieron a la cima de la montaña con él quieren volver a vivir esa sensación.

No se afronta igual una cita con Paz Padilla (por muy simpática que sea) que con Elsa Pataky. Con Fernando ocurre algo parecido. Genera fascinación entre los suyos. Un ingeniero o un mecánico no se levanta con el mismo entusiasmo si el coche en el que trabaja lo va a pilotar Fisichella que si lo hace un bicampeón. En Renault han pasado de salir al campo creyendo que son el Levante a hacerlo pensando que son el Atleti o el Sevilla. No son los favoritos pero también pueden ganar. Senna solía decir: "Cada piloto tiene un límite y el mío está por encima del resto". La misma filosofía se puede aplicar a Alonso.