Cada año son más. El circuito de Cataluña aspira a batir sus mejores marcas de asistencia en esta edición, como si Fernando Alonso fuese el mismísimo flautista de Hamelín de la F-1. Si el jueves fueron 28.000 y ayer 67.000, para hoy se espera que 100.000 aficionados acudan a la calificación oficial, lo que sería récord en sábado.

Ayer Montmeló bullía, bajo un sol de justicia, anegado por la marea azul. Ni siquiera la huelga de transporte en Asturias impidió que los paisanos del piloto faltasen a su cita barcelonesa. Sólo que ahora, a sus tradicionales colores (azul y amarillo), han añadido a su parafernalia (gaitas, banderas, gorros...) el plata McLaren.

Ambientados por el griterío de los niños de la escuela de conducción del RACC ("¡como Alonso, no hay ninguno!"), los famosos empezaron a llenar paddock y pit lane. Michael Schumacher y Sete Gibernau (siempre de la mano de Esther Cañadas) intercambiaron confidencias y acapararon flashes. Claro que, ayer, el hombre del día fue Ecclestone por sus declaraciones en Valencia. Carmelo Ezpeleta, el hombre de las motos, estuvo todo el día junto a él.