La nueva normativa 2006 para la Fórmula 1 pretendía varios objetivos. El de reducir costes a mí me parece el menos importante cuando hablamos de la máxima categoría del automovilismo mundial; considero mucho más trascendental aumentar la seguridad y potenciar el espectáculo. Y en este sentido creo que las expectativas se han cumplido, aunque con matices. La carrera de Bahrain ha resultado muy interesante por las enormes posibilidades de estrategias de las que disponían los equipos. De hecho, el triunfo de Fernando Alonso se basó en su actuación magistral pero también en el acierto del equipo Renault al calcular las paradas para repostar y cambiar neumáticos, relacionándolo además con la calificación.

Más discutible, precisamente, me parece la nueva calificación. Está claro que siempre hay que buscar la máxima espectacularidad, pero sin llegar a complicar tanto las cosas que los aficionados ni las comprendan. La fórmula es farragosa, con muchos matices sobre el combustible, la norma del 110 por ciento, el límite de tiempo con el cronómetro a cero en unas tandas sí y en otras no... En fin, que quizá los entendidos lo disfrutemos, pero el gran público puede tener más dudas de las aconsejables para que disfrute de lo que está viendo en cada momento. En cualquier caso, que nadie dude que la FIA, si comprueba que el sistema no convence o funciona, lo cambiará para rectificar.