El sofocante calor turco, las escasas zonas de adelantamiento, las fuertes frenadas o su recorrido en sentido contrario a las agujas del reloj, no es lo que más preocupa del 'Otodrom' de Estambul. El circuito dispondrá de importantes medidas de seguridad para garantizar el desarrollo de la prueba con normalidad.

Unos dos mil policías contarán con el respaldo de agentes secretos y guardias de seguridad, todos los vehículos serán registrados y los aficionados deberán pasar por un detector de metales. El presidente de la Federación Turca de Automovilismo, Mumtaz Tahincioglu, habló sobre el dispositivo de seguridad preparado para este fin de semana: "El terrorismo es un problema para el resto del mundo también, no solamente para Turquía. Las medidas de seguridad que se toman aquí han sido dobladas".

Esta nueva pista, que supuso una inversión de 150 millones de dólares (122 millones de euros), debería comenzar a dar beneficios. La celebración del gran premio, para el que todavía se trabaja ultimando los retoques de la pintura, puede aportar unos ingresos en turismo de hasta 120 millones de dólares (unos 97 millones de euros).

El gobierno espera que la carrera pueda dar al país un empujón a nivel deportivo, tras cuatro intentos fallidos por ser sede de los Juegos Olímpicos. Del mismo modo, confían en que suponga un impulso del turismo y la industria automovilística. "Con un acontecimiento así no puedes tener en cuenta lo que costó, sino las ventajas para la promoción de Turquía", afirmó el primer ministro Tayyip Erdogan tras visitar el trazado y en respuesta a las críticas que apuntan que el circuito es "un lujo innecesario que no pueden permitirse".