Ha estallado la paz. Y lo ha hecho a costa de la cabeza de Max Mosley, el principal objetivo de las escuderías, que se desdijo 24 horas después de su intención de seguir en el cargo y presentó su renuncia desde ya a sus funciones ante los miembros de su Consejo Mundial en París. Una decisión forzada por Bernie Ecclestone y Luca di Montezemolo, el presidente de la Asociación de Constructores (FOTA), en una reunión que terminó la medianoche del miércoles. Tal y como adelantó AS el sábado, el anuncio del arranque del campeonato paralelo, lejos de ser la ruptura definitiva, aniquiló la lista de equipos de Mosley, metió miedo a Bernie y fue el principio del fin de la guerra entre la FIA y la FOTA.
Los ocho grandes equipos de la F-1 se han salido con la suya a cambio de retirar su propuesta de nuevo campeonato: se dice adiós al tope presupuestario, con libertad de gasto para los dos próximos años (y acuerdo para tener el nivel financiero de principios de los 90 para dentro de tres temporadas) y se mantiene el reglamento actual salvo los cambios acordados hace meses por la FOTA, que incluyen la ausencia de repostajes y la limitación de duración de las carreras. No habrá ventaja técnica para los equipos humildes, excepto la asistencia que los grandes se han comprometido a hacer con los recién llegados, como el español Campos.
Además, las escuderías han firmado una renovación del actual Pacto de la Concordia en el que, y eso no ha transcendido oficialmente, Bernie se compromete a darles más dinero del pastel de los ingresos comerciales. Es lo que el Consejo Mundial de la FIA he denominado como "versión mejorada del acuerdo de 1998". En realidad, más que una decisión del consejo de la FIA, se trata del último acto de Mosley como presidente, que ha vendido el acuerdo como un gran logro suyo: "Hemos acordado la paz, no habrá campeonato paralelo. Y por el bien de este acuerdo, no me presentaré a mi reelección en octubre".
Mosley llegó a la reunión del Consejo a primera hora de la mañana, y, nada más encontrarse allí con Montezemolo (que sustituyó a Jean Todt), se deshizo en amabilidad: "Estoy muy contento de verte por aquí. Tú, como en tu casa". Ya estaba todo decidido, sólo faltaba la firma. Max cambió entonces el orden del día del Consejo (al que asistió el presidente de la RFEdA, Carlos Gracia) y lo dejó dos horas en manos del que hasta octubre será nuevo interlocutor para la F-1, el monegasco Michel Boeri. Se reunió con Luca y Bernie, y anunció que no participaría en ninguna decisión más sobre Fórmula 1. Montezemolo mostró ante el Consejo su lado político: "Es este conflicto todos nos hemos pasado de frenada. Teníamos objetivos comunes, pero caminos distintos. Sabíamos que hacer dos campeonatos era malo para todos".
