Ross Brawn es, sin duda, el mejor ingeniero de la Fórmula 1 de las dos últimas décadas. De voz ronca y trato encantador, durante la segunda mitad del año pasado se paraba a hacer bromas con AS en el paddock. Y preguntaba por cómo era la pasión de la Fórmula 1 en España. Una muestra más de las ganas que tenía de fichar a Fernando Alonso. Durante su estancia en Ferrari no era tan cercano, entre otras cosas por el régimen prusiano impuesto por Jean Todt, pero sí dejó innumerables muestras de su talento para las tácticas y para aprovechar los márgenes del reglamento.

Michael Schumacher fue quien le dijo a Jean Todt que le fi chara para Ferrari después de ganar dos títulos mundiales consecutivos con él en Benetton. Vestidos ambos de rojo, Brawn llamó a boxes al alemán para que cumpliera una sanción de drive-trough en la última vuelta. Ganó aquella carrera en Silverstone 99 sin pasar por la meta. Lo hizo, pero por la línea de boxes. En 2004 se inventó la táctica de cuatro paradas en Francia y le dio otro triunfo.