El primer día de la pretemporada 2009 en Montmeló fue fructífero en titulares: el mejor tiempo de Takuma Sato en su regreso a las pistas, el aspecto de los monoplazas con el reglamento 2009 adelantado por BMW y Williams o la presencia de Bruno Senna en el box de Honda serían algunos de ellos... Pero el foco informativo estuvo centrado, y por derecho, en las evoluciones de Sebastien Loeb, pentacampeón del mundo de rallys, al volante del Red Bull.

No era la primera experiencia del alsaciano con un Fórmula 1. Ya probó el R27 el año pasado e incluso pudo dar unas vueltas hace una semana en Silverstone con el RB4 que utilizó ayer. Todo eso no quita para reconocer el mérito de Loeb por llevar al límite su monoplaza, hasta firmar un tiempo de 1:22.503, el octavo mejor del día por delante de pilotos oficiales como Piquet o Sutil. "Esto es bastante más duro que pilotar mi 'World Rally Car'. Al final del día he comenzado a sentirme realmente cómodo con el coche y a manejarlo con soltura por la pista. El agarre que tiene es impresionante", afirmó el piloto galo a la conclusión del entrenamiento.

En lo estrictamente deportivo, estas primeras horas de pretemporada no sirvieron para sacar demasiadas conclusiones. La mayoría de los monoplazas eran híbridos de los utilizados en 2008, aunque maquillados con algunas piezas de 2009 y calzados con los neumáticos lisos obligatorios en la próxima temporada.

BMW fue quien presentó un aspecto más radical, con dos alerones completamente distintos a los habituales. El delantero, más grande y alargado que el de 2008 y con mucha menos distancia al suelo que su predecesor, lo que ha obligado a engordar también la nariz a imagen y semejanza del morro de morsa introducido hace algunos años sin mucho éxito por Williams. El trasero, en cambio, se ha estrechado al límite, elevándose muy por encima del monocasco. El KERS fue otro de los protagonistas. McLaren, BMW y Ferrari lo probaron en al menos uno de sus monoplazas.

En cuanto a los pilotos, Bruno Senna gozó durante la sesión vespertina de sus primeras vueltas sobre un F-1, compartiendo protagonismo con su compatriota Di Grassi. El holandés Van der Garde rodó por primera vez con el R28 como premio por haber ganado las World Series.