En el GP de Austria de 2002, Rubens Barrichello se alzó en rebeldía ante Jean Todt por la victoria que le arrebataron en el A1 Ring. El brasileño estaba en el mejor momento de su carrera y dominó, por una vez, todo el fin de semana al gran Michael Schumacher. Por radio, el pequeño francés le decía: "Rubens, debes dejarle pasar, debes dejarle pasar". Rubinho se negó hasta el último instante y frenó su coche de manera bochornosa a quinientos metros de la meta. El Kaiser recibió el trofeo de ganador entre abucheos del público y subió al primer escalón del podio a su lloroso compañero de Ferrari para compensarlo. La conclusión de aquella peripecia fue una investigación de la FIA que desembocó en una gran multa para Ferrari y la prohibición de las órdenes de equipo. Y una renovación de contrato para el brasileño, que tapaba de esa manera sus ansias de victoria. A razón de nueve millones de euros por temporada, se especificaba aún más su condición de número dos de la escudería, condenado a que el alemán llevara siempre por contrato las últimas mejoras del monoplaza antes que él. Y a someter su estrategia de carrera a la de su compañero.

El hábil Luca di Montezemolo, presidente ahora como entonces de la escudería, se encuentra en este 2008 con el problema de que si no apoya a Felipe Massa decididamente el título lo ganará Hamilton. Por eso a Raikkonen sólo le queda una esperanza si quiere ser de nuevo campeón: ganar este fin de semana en Bélgica, su pista talismán, donde ha vencido en las tres últimas ediciones. Si no logra la victoria se convertirá en el gregario del piloto brasileño durante las cinco últimas carreras. Así se desprende de las palabras del propio Montezemolo: "Creo que no se habla de número uno y dos desde los tiempos de Regazzoni y Lauda. La jerarquía en el equipo no la define el presidente, ni la escudería, sólo la marca el cronómetro. Nuestros pilotos corren para Ferrari y, en consecuencia, deben someterse a los intereses de la escudería". Es decir, de momento no hay jerarquías, pero pronto puede haberlas. De hecho, en Valencia sacrificaron claramente a Kimi para que Massa ganara la carrera. Una política que podría terminar con el actual número uno fuera de Ferrari en 2009... y con Alonso en su lugar.

Montezemolo se olvida como por ensalmo de los años en los que Ferrari tuvo claramente un número uno y otro dos. También del hecho de que Raikkonen fue campeón en la última carrera de 2007 gracias a que Massa le regaló la victoria en Brasil. Si no llegan a hacer eso, el título hubiera sido para Alonso. Fue una lógica y encubierta táctica de equipo. El vigente campeón, que salió de nuevo mal en Valencia después de una pésima calificación, mantiene la esperanza. Los rumores sobre la falta de dedicación y sus salidas nocturnas le persiguen, pero él ve posible la recuperación: "No se trata de un problema concreto, hay multitud de pequeños detalles que me hacen perder tiempo a una vuelta. El resultado de Valencia no fue bueno, pero aún queda bastante campeonato". Eso sí, si no puede ganar el título no descarta ayudar a Massa: "Podría ser, cualquier cosa puede suceder a final de año. Tal vez ya no puedo hacer nada en el tramo final o puede que llegue con opciones. Ya veremos". Lo que parece más difícil es que quiera ayudarle desde Monza.