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Decíamos ayer...

Fórmula 1 | GP de Japón

Decíamos ayer...

Decíamos ayer...

Confiar en Fernando Alonso siempre tiene premio. El sábado muchos le dejaban ya fuera de la lucha por el título mundial y resulta que, sólo un día después, lo tiene casi asegurado. Su talento y un equipo que esta vez no fallo permitió una recuperación magistral.

Cada uno en su sitio.

Parafraseando a Fray Luis de León (permítanme esta licencia intelectualoide), retomo la teoría que esgrimía ayer en estas mismas páginas: el talento es la mejor de las garantías. Y como Fernando Alonso lo tiene para exportar en cantidades industriales, pues otra vez estamos aquí, en la cima del mundo y acariciando ya el segundo título de un asturiano en la F-1. Podemos dudar de su equipo, de sus neumáticos, temer las adversidades, preocuparnos por las averías... todo, menos dudar de la capacidad de este chaval predestinado a ser grande entre los grandes. Pese a los problemas de la calificación de Suzuka, yo seguía confiando el sábado en sus opciones porque éste es un deporte en el que la certeza no se adivina hasta que es una realidad. Y la realidad indica que Alonso es el mejor piloto de la parrilla actual de los grandes premios y, como tal, merece retener la corona que ya conquistó el pasado año.

Deuda saldada.

La fortuna le debía una (o puede que alguna más) al piloto de Renault y ayer saldó su deuda. Ceder 25 puntos en media docena de carreras no es muy normal, ni siquiera cuando ocurre frente a un rival de la categoría de Schumacher. No es que se trate de un fenómeno paranormal, pero casi. Un cúmulo de despropósitos obligó a Fernando a ceder el liderato en China, pero parecía más que probable que la racha cambiara. Por suerte ocurrió ayer. Confieso que por un instante el Kaiser me dio lástima, pero fue una sensación tan breve como lo que tardé en recordar las que también tuve tras los fiascos previos de Alonso.

Siempre al quite.

Algunos pensarán que el ovetense ganó ayer, además de recuperar el liderato del Mundial, por la desgracia de su rival. Una opinión fácilmente rebatible con varios argumentos de peso. El más contundente es que Fernando siempre está ahí, al quite, sin arrugarse ante las dificultades. Salía quinto, así que la cosa no era fácil, sobre todo teniendo delante al peligroso hermano de su contrincante y a su compañero. Pero ni Ralf ni Massa pudieron hacer nada ante tanta calidad concentrada y Schumi tuvo que forzar la máquina para evitar más complicaciones de las previstas. ¿Resultado? Su motor dijo basta por primera vez en mucho tiempo y en el momento más inoportuno.

Problemas para Pedro.

Una carrera dificilísima para De la Rosa, que le dejó lejos de los puesto que merece ocupar y, aún peor, le vuelve a colocar en el ojo de ese huracán que se llama McLaren. Si Dennis buscaba una excusa para sustituirle por Hamilton ya la tiene: ya sé que no fue responsabilidad de Pedro, pero mucho me temo que eso puede no ser suficiente para evitar el relevo: el equipo ya no tiene nada que perder y el golpe mediático de subir a Lewis en una Flecha de Plata es incuestionable. Y que conste que me encantaría estar equivocado...

Mereció la pena.

En fin, que volvió a ser todo un placer el madrugón dominical (¡quién nos lo iba a decir!) para ver una carrera de coches. Hasta los cazadores, ayer que se abría la veda, retrasaron tan esperado momento para disfrutar en directo del salto hacia el segundo título del muchacho que nunca se rinde.

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