La regla de la bandera amarilla dice que un piloto debe levantar el pie del acelerador y dejar de ir al límite inmediatamente en el momento que entra en una zona señalizada de esta manera. Este tipo de luces (en los tiempos modernos) o banderas se ondean por los comisarios cuando hay peligro en pista. En este caso era Buemi esparciendo piezas de su Toro Rosso por el asfalto al final del segundo sector.

El primero en llegar fue Fernando Alonso, que iba camino de rebajar su tiempo en medio segundo y volver a lograr el milagro de la Q3 con un coche desastroso en seco. En los libres terminó 13º, pero habría sido 14º de llevar todos la misma gasolina. Fernando iba al máximo y levantó tanto el pie que abortó su vuelta. No pudo mejorar el tiempo y se metió en boxes, pero lo hizo en el tercer sector, donde ya no había banderas. Nada más bajarse del coche dijo que pensaba ganar algunas posiciones porque los contendientes por el título, Button (que necesitaba hoy cinco puntos para ser campeón) y Barrichello, además de Sutil, no soltaron y entraron en la última parte de la calificación. Y ése es un fallo del reglamento: todos los infractores deberían haber sido sancionados de inmediato.

La sanción fue estricta pero justa, porque no se analiza la vuelta sino el sector donde estaba la bandera amarilla. Y ahí la telemetría no dejaba dudas. Fernando aceptó la sanción: "Levanté el pie del acelerador, pero quizá fue demasiado tarde. Pero fue cuando vi la bandera amarilla. Lo que decidan los comisarios será justo". El gran beneficiado de las penalizaciones al asturiano, Button, Barrichello, Sutil (por bandera amarilla) y Buemi (por impedirles hacer la vuelta) fue Alguersuari, que salía décimo. En la pole, Vettel no tuvo rival, pese a los esfuerzos de Trulli (segundo) y Hamilton (tercero). Y ojo a Rosberg, que saltó a la sexta plaza gracias a las sanciones y llevaba 26 kilos más que el resto.