Cuando entró en el bivouac, Enrique Bonafonte no sabía qué hacer, si coger comida o seguir buscando a los responsables de Bowler en el Dakar. Este joven madrileño, que nació en 1975, estaba sucio, con barba de varios días y el susto aún recorriendo todo su cuerpo.

En Bamako, la capital de Mali, el sueño del español que viste un mono con la bandera de Escocia terminó de la manera más inesperada. Sufrió un accidente en el enlace de la etapa que empezó en Kayes y terminó en la ciudad del río Níger. Cuando iban él y su copiloto, el escocés Paul Johnston, a poco más de 90 kilómetros por hora, su vehículo dio un giro brusco hacia la izquierda y el accidente fue inevitable. El Bowler quedó completamente destrozado. Bonafonte y Johnston han vivido el Dakar de una manera distinta a como tenían pensado en un primer momento. El Bowler con el dorsal 436 salió de Lisboa con el escocés al volante, pero pronto las cosas cambiaron. Ya en África, Enrique, viendo que su compañero "no sacaba al coche todas sus posibilidades", le sugirió la posibilidad de que fuese el quien pilotase, al menos un tramo en la etapa. A partir de ahí el madrileño ha sido quien ha llevado el vehículo hasta el momento del accidente.

El Dakar permite que copiloto y piloto se intercambien las funciones. Y Bonafonte. que ha participado en el Nacional de rallys todo terreno y ha ganado varios trofeos en esta especialidad, estaba más preparado que el escocés para la tarea.

Ambos se conocieron en el Circuito Ascari de Ronda, donde Enrique es organizador de pruebas. Johnston, que ayer se encontraba con una importante herida en la cabeza, llegó a decir: "Si llego a estar yo de piloto, en las dunas nos quedamos a vivir allí". Merecían llegar, pero su sueño acabó.