NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Marco Simoncelli

"Los aficionados españoles también me quieren"

Tan controvertido como honesto

Actualizado a
"Los aficionados españoles también me quieren"

A pesar de sus numerosas trifulcas en pista, especialmente con los españoles Barberá, Bautista, Lorenzo y Pedrosa, por orden de antigüedad, Marco Simoncelli también contaba con numerosos admiradores entre la afición española. Al motero, ante todo, le gusta la moto, y el de Cattolica (Italia, 20-1-87) se había ganado el respeto de todos por el pundonor que ofrecía en sus actuaciones en MotoGP. Por eso, no resultó nada extraño ver ayer por la mañana a un grupo de cinco seguidores, ataviados con la camiseta de la Selección, acercarse hasta Supersic y pedirle que se fotografiara con ellos a las puertas del box.

Como tenía costumbre de hacer, accedió a posar con el grupo y, al verse rodeado de tanto español, le dijo a este periodista con la simpatía que le caracterizaba: "Los aficionados españoles también me quieren, Mela". Pues claro que sí y ahora estará en el corazón de todos por siempre.

Ése puede que sea el mejor consuelo que le quedará a una familia capitaneada por su padre, Paolo, un ejemplo de entereza a la hora de afrontar en Sepang el drama de la pérdida de su hijo. Casi era él quien consolaba a los que se le acercaban para darle el pésame una vez fue oficial el fatal desenlace.

Un gesto suyo negando con la cabeza con los ojos llorosos, dirigido hacia la novia de Marco, Kate, fue el indicativo de que el piloto que en este mismo circuito se había coronado campeón, de 250cc en 2008, acababa de perder la vida. ¡Qué maldita paradoja!

Al menos falleció haciendo lo que más le gustaba y después de hacer buenos los esfuerzos de su familia que, viendo su talento de chaval, vendió la heladería de Cattolica que les daba de comer para apostar por la carrera deportiva de su hijo.

Se ha ido el Rey León, con su majestuosa cabellera, el heredero de Rossi para los italianos, un tipo carismático que, a pesar de que a veces se le cruzaran los cables en la pista, tenía un corazón que no le cabía en el pecho y aceptaba la crítica como ninguno.