L a carrera pintaba color de rosa para Álvaro Bautista hasta que arrancó la quinta vuelta, la de su caída por un gripaje de un pistón que complica más que nunca sus opciones de título en 250cc. Los trece puntos de diferencia en la general a favor de Hiroshi Aoyama con los que comenzaba la jornada en Estoril se dispararon a 26, y eso que hubo momentos en los que el español estuvo en disposición de soñar hasta con el liderato.

Por vez primera en mucho tiempo, Bautista arrancó en cabeza y, tras aguantar dos intentonas de adelantamiento de Aoyama, el japonés se hundía transcurridas las tres primeras vueltas hasta la octava posición. Por pasarle, le pasaron hasta pilotos nada habituales, como su compañero De Rosa o el francés Cluzel. Pero, como dijo Simoncelli después de ganar, parece que éste es el año de Hiroshi, porque todo le sale bien, incluso cuando está al borde del desastre.

El nipón se favoreció de las caídas de Bautista, De Rosa y Debón, por lo que con el único esfuerzo de ganarle la batalla a Cluzel y Wilairot sumó los trece valiosos puntos de la cuarta plaza conquistada tras Simoncelli, Di Meglio y Barberá. El francés y el valenciano cruzaron la meta en el mismo tiempo, a 5.317 del ganador, y, como la fotofinish no aclaraba nada, se decidió que el segundo fuera para el galo al ser su vuelta rápida personal mejor que la del español. Hubo tanto lío que hasta en el podio les hicieron cambiarse dos veces de posición.

El problema para Bautista es que ahora se queda a 26 puntos de Aoyama y con Simoncelli soplándole el cogote a sólo dos puntos de distancia. Quedan 75 en juego y el Mundial se le vuelve a complicar. Mientras Álvaro ha hecho dos ceros, aquí y en Assen, el líder ha puntuado en todas las carreras. A eso se le llama regularidad.