El lugar desde el que se siente el río, donde la vida depende del talento lo suele describir Fernando Alonso con una sonrisa en la cara. "No se puede ver la salida, y conforme vas subiendo no sabes dónde vas a aterrizar. Es una curva crucial para el tiempo de la vuelta, y también en la carrera, porque hay una larga subida que la sigue donde se puede perder mucho tiempo si hay un error. Pero también es una curva importante para las sensaciones del piloto. Genera sensaciones especiales en cada vuelta, porque también se comprime todo el cuerpo cuando pasas por el punto más bajo de la curva. Es muy divertido". Es la curva Eau Rouge, una de las más importantes del Mundial, uno de esos puntos donde se descubre al mejor piloto. Como en 2007 cuando dejó a Hamilton solo en el intento.

Ahora, Fernando vuelve a un circuito en el que sus mejores resultados han sido segundo en 2005 y tercero en 2007. Después de ser sexto en Valencia lastrado por los problemas en la calificación, el asturiano es optimista para el GP de Bélgica: "Creo que podemos ser rápidos en Spa, nuestro coche ha mejorado en las últimas carreras. Estamos ante un circuito en el que es esencial tener un monoplaza muy completo: las vueltas son largas y es importante dar el último toque al coche para ser competitivos. En Bélgica la velocidad es indispensable para adelantar o defender una posición, sobre todo en Les Combes. Este es uno de los desafíos más fuertes del año con curvas impresionantes como Eau Rouge. Es un placer pilotar en este trazado". Pero Alonso sabe que será complicado: "Los equipos son tan competitivos que este año cada décima es importante. Los tiempos están muy ajustados, sobre todo en calificación". El bicampeón disfrutará, una vez más, jugándose la vida, ahora en busca del podio.