En la primera edición, en 1911, 90.000 personas vieron la carrera en directo. En 2009, 450.000, de ellas 257.000 con asiento numerado, asistieron al Motor Speedway de Indianápolis y otros treinta millones lo vieron por la televisión en Estados Unidos.

Para tan magno evento, el escenario debe ser acorde. Por eso el perfecto óvalo de Indiana es una megaconstrucción de enormes dimensiones. Sus 2.262.273 metros cuadrados no tienen comparación con ningún estadio del mundo.

Como ejemplo -ver gráfico adjunto- podría albergar varios famosos lugares en su interior. Un país, El Vaticano; las instalaciones de un ilustre torneo de tenis, Wimbledon; dos famosos estadios actuales donde se celebran grandes finales, el Rose Bowl y el Yankee Stadium; y el gran anfiteatro del Imperio Romano, el Coliseo. Y aún así, sobrarían cerca de 900.000 m2. Casi nada.