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Dakar 2009 | El diario de una aventura

Una carrera de las auténticas

Tras la suspensión del año pasado, todos nos reencontramos con esta experiencia única del Dakar, aunque sea en un entorno tan diferente.

Actualizado a
<b>POR AIRE. </b>El periodista de AS, junto al avión de los traslados.
afp

Sonreía, en brazos de su madre mientras sus enormes ojos, cielo de miel y chocolate, me miraban hasta dentro del alma. Un instante antes de irme, levantó su pequeña manita hasta sus labios y, tras representar la eternidad, la alzó al aire en un beso al corazón. Finalmente su dulce voz construyó dos sílabas que hacen una palabra, una palabra que vale por toda una vida. "Pa-pá, papá". No es fácil dejar a mi hija Gabriela aprendiendo a hablar con su poco más de un año y lanzarse a viajar por el sur más al sur de América, pero así es la vida del periodista, ésa que ahora me hace la visita anual.

Escribo estas líneas en un avión Hércules del ejército argentino, mientras el sol despierta en La Pampa, las primeras de un viaje que promete ser apasionante. La llegada del nuevo año, está vez sí, ha traído un Dakar de regalo, la oportunidad de volver a hacer lo que más me gusta: escribir historias verdaderas. Y durante veinte días intentaré que el lector de AS esté aquí, conmigo, que sienta y viva la carrera más dura del planeta, que al leer las crónicas de esta prueba de locos vea una instantánea de verdad.

En Buenos Aires regreso al verano y descubro una ciudad inmensa, mezcla de culturas y humanidad, desde las chabolas de la periferia a los rascacielos de Puerto Madero pasando por el barrio de Boca y los bosques de Palermo. Once millones de personas habitan la capital de Argentina, donde tienen otras leyes y sólo hay que cruzarse el cinturón en el taxi hasta llegar a la Provincia, donde todo vale y el taxista que me lleva al hotel, una especie de Fangio redivivo en indio austral, acelera hasta casi perder el control de su pequeño Corsa sedán.

Al final hay suerte y sigo vivo, pese a que tuve que arrebatar mi maleta corriendo a un personaje que intentaba llevársela pensando ¿qué era la suya? Lo cierto es que el aire huele bien, acá, en la Argentina donde, pese a la nostalgia del amor, un año más, ya ha empezado la aventura.