A sus veintidós años, el escocés Paul di Resta (Uphall, 16 de abril de 1986) presenta un palmarés tan nutrido como el de Lewis Hamilton o Sebastian Vettel, dos pilotos de su misma generación a los que se ha enfrentado en decenas de ocasiones desde sus inicios en el kárting. Al igual que el reciente campeón del mundo de F-1, McLaren también tomó las riendas de su carrera con apenas catorce años, y le guió hasta convertirle en campeón de la Fórmula 3 Euroseries en 2006. Una vez allí la falta de dinero, una constante en su carrera, impidió que el escocés siguiera el camino más directo hacia los grandes premios. Es decir, las World Series o la GP2.

A cambio, Mercedes le ofreció una solución de urgencia. Convertirle en profesional en el campeonato alemán de turismos, el DTM. Dejar de gastar para empezar a ganar. Di Resta aceptó y en su primera temporada, con apenas 21 años, sorprendió al sumar cuatro podios pese a contar con un vehículo netamente inferior. Así se ganó la confianza de Norbert Haug, el máximo responsable de la marca de Stuttgart en el certamen, que le dio uno de los Clase C oficiales con el que esta temporada se ha proclamado subcampeón de este prestigioso certamen.

Su impresionante rendimiento tampoco ha pasado desapercibido para Ron Dennis, que hace apenas un mes le ofreció un par de jornadas de entrenamientos con el MP4/23. No desentonó, y desde ese día su nombre suena como posible piloto oficial de Force India.

Di Resta se convertiría en el decimoquinto piloto escocés en la Fórmula 1, y llenaría el vacío dejado tras la marcha de David Coulthard. Su pasión por los coches le viene de familia. Su primo es Dario Franchitti, campeón de la Indy y de las 500 Millas, y su padre, Louis, fue varias veces campeón de Escocia de kárting. Éste ha sido siempre el gran apoyo de Paul, además de su mecánico de confianza y su mánager.