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Fórmula 1 | Sebastian Vettel

Del infierno a la gloria en 7 días

El alemán firmó una soberbia carrera en Shanghai, que le hizo olvidar sus embestidas a Webber y Alonso en Fuji.

Javier Asprón
Actualizado a

Sebastien Vettel ha pasado en una semana del infierno a la gloria. En Japón destrozó el lateral del monoplaza de Alonso tras una pasada de frenada y después, con la inestimable ayuda de Hamilton, dejó fuera de combate a Webber tras embestirle por detrás cuando el australiano se jugaba el podio. Fue el peor día del alemán en su corta carrera en la F-1. Por suerte para él, sólo una semana después firmaba su mejor actuación, con un soberbio cuarto puesto bajo la lluvia de Shanghai.

En sólo seis grandes premios, Vettel (Heppenheim, Alemania, 1987) se había ganado el respeto de sus rivales por su simpatía y lo poco que le cuesta pedir perdón. Después de China lo tiene también por su talento. Mario Theissen, director de BMW Motorsport y gran valedor de Vettel desde que éste tenía dieciséis años, puede sentirse orgulloso. Con esa edad, el bigotudo dirigente alemán le reclutó para la Fórmula BMW, la inagotable cantera germana de los últimos años. Su palmarés en el kárting era envidiable y el propio Michael Schumacher les había puesto sobre aviso acerca de sus cualidades.

En su segunda temporada en la BMW (2004) Sebi se llevó el título ganando dieciocho carreras de veinte posibles. Al año siguiente efectuaba su primer test en un F-1 con BMW-Williams sin tener siquiera la mayoría de edad.

En 2006 se convierte en tercer piloto de BMW. Debuta en Turquía e impresiona consiguiendo el mejor tiempo el viernes. Ese día bate dos récords, el de piloto más joven en participar en un gran premio y el más rápido en recibir una sanción (en su primera salida a pista olvidó poner el limitador de velocidad en el pit lane). En 2007 debuta como titular supliendo a Kubica en Indianápolis, y poco después recibe la llamada de Toro Rosso.

Pese a su juventud ya guarda un recuerdo imborrable de su estancia en la F-1, el día de la retirada de su ídolo: Michael Schumacher. "Era mi segundo gran premio. Todos estaban conmocionados. Podría haber ido caminando desnudo por el paddock y nadie se habría dado cuenta".