NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Fórmula 1 | GP de Hungría

Alonso se sobrepuso a la injusticia de la FIA

Acabó cuarto una carrera que debió ganar si el sábado no le hubieran arrebatado la pole en los despachos. Hamilton tomó el relevo con su victoria más amarga

Carlos Miquel
Actualizado a
<b>SIN OPCIONES. </b>Alonso intentó recuperar alguna posición en la salida pero no lo consiguió. Mientras, Hamilton se puso al frente de la carrera hasta su conclusión.

Solo. Únicamente estaba su familia a su lado y algunos mecánicos. Así se encontró Lewis Hamilton después de conseguir su tercera victoria del año. Por una vez, el equipo le dio la espalda a su chico preferido. El inglés provocó la sanción de la FIA y declaró en contra de la actuación de la escudería y de su compañero de equipo ante los comisarios: "Nunca había tenido que esperar tanto detrás del otro monoplaza en mis once carreras en Fórmula 1". Los comisarios británicos del gran circo prefirieron hacer caso a su palabra antes que a las versiones y datos proporcionados por Alonso y su escudería. Enrabietado como en Mónaco, en esta ocasión sí se salió con la suya.

Entonces desencadenó una investigación por no haber ganado. Esta vez le dieron la pole que había logrado el bicampeón del mundo en la pista. Y, con su rival retrasado a la sexta plaza, logró la victoria con el coche más competitivo de Hungaroring. El asturiano terminó cuarto y está ahora a siete puntos. Fue su triunfo más triste, sin la habitual euforia de un enojadísimo Ron Dennis. Nunca antes un piloto le había traicionado ante el máximo organismo del deporte. Y menos su auténtico hijo adoptivo. Alonso no cree que vayan a cambiar las cosas, pero cualquier equipo serio condenaría al ostracismo a un piloto que le hace eso.

De nada sirvieron los esfuerzos de Raikkonen con un Ferrari inferior menos en el tercio final, momento en el que, con ruedas blandas, le recortó la ventaja radicalmente. No fue suficiente para pasarle. A Kimi le faltó un poco más de agresividad cuando, con su adversario sufriendo por graining, no le metió en ninguna curva el coche. Se quejó de las turbulencias y su vuelta rápida en carrera conseguida justo antes del último paso por meta no beneficia su coartada. La carrera, dominada de principio a fin por el piloto inglés (esperamos ansiosos que gane algún gran premio sin salir desde la pole), tuvo dos puntos fuertes de emoción: la postrera lucha del finlandés que se disfraza de gorila y la de Alonso con Heidfeld por terminar en el podio.

La estrella española, que en ese momento era medio segundo más veloz que el alemán, lo intentó todo y llegó a acecharle a sólo cuatro décimas. Sin embargo, el piloto sin carisma más eficaz de la Fórmula 1 volvió a no cometer ni un solo error y supo ser muy veloz en la última parte del trazado. Abría algo de hueco antes de entrar a la recta principal y así evitaba ser adelantado en el único punto que permite la ratonera magiar.

En realidad, la carrera comenzó el sábado a las once horas y cuarenta minutos de la noche. Fueron unos minutos muy tensos para Fernando Alonso, su padre, mánager y amigos. Juntos, en el hotel Kempinski de Budapest, ya habían respirado hondo cuando Ron Dennis les dijo vía telefónica que no había ninguna sanción. Los comisarios confundieron a todos al dar una clasificación oficial en la que no se alteraban las posiciones de la parrilla. Casi una hora después de esa primera llamada llegó el mazazo: "Los comisarios deciden sancionar al piloto del coche número uno con la pérdida de cinco posiciones en parrilla por haber impedido a Hamilton dar su vuelta buena. Después de escuchar las versiones de ambos pilotos y de la escudería los comisarios no aceptan la explicación de Alonso para estar diez segundos parado en la línea de boxes. Él dice que hablaba con su ingeniero sobre el correcto juego de ruedas a utilizar. Y sanciona al equipo con la pérdida de todos los puntos en constructores". El asturiano contempló la posibilidad de hacer una rueda de prensa explosiva como el año pasado en Monza y contra Hamilton, pero finalmente prefirió mantener la posición descrita por un equipo que estaba a su lado por primera vez en todo el año.

Primera reacción.

Por la mañana, en el desayuno, Alonso comenzó a desahogarse: "Me han sancionado sin haber quebrantado artículo alguno del reglamento. Y no entiendo por qué sufro yo una penalización si he obedecido en todo momento las órdenes de la escudería, y ellos lo han reconocido. Ron se ha portado bien en este aspecto. El que tiene problemas es Lewis, esta mañana nadie le habla en el equipo". Por supuesto, le retiró inmediatamente la palabra a su compañero delator y llorón que, después de la carrera, corrió a hablar con sus periodistas afines para quejarse del trato recibido por parte del bicampeón.

El caso es que la sanción incrementó la pasión de los centenares de españoles en las gradas, que gritaban con fuerza "¡Alonso, Alonso!". Y la solidaridad de otros pilotos como Kubica y Webber: "Esta sanción no tiene sentido, se han metido en el problema de una escudería". Fernando se reunió con su ingeniero y éste le dijo que los ordenadores veían imposible pasar de la tercera plaza con la carga de gasolina que llevaba, pensada para la pole. Y comenzó a pensar en la salida, en la carrera, en cómo arreglar lo que le habían robado en los despachos.

¿Cambiarán algo las cosas a medio plazo en McLaren? Deberían, pero está difícil. Por otra parte, la relación del asturiano con la jefatura del equipo sigue siendo bastante mala. El ovetense se pregunta por qué en varias carreras de esta temporada cada vez que le van a poner ruedas nuevas éstas se encuentran mal de presión. ¿Alguien las manipula o es un simple error producto de la casualidad? Eso fue lo que justificó el hecho de que hiciera la calificación con usadas. Otro regalito para que su compañero inglés consiguiera la pole.

Llegó la hora de la carrera y Alonso miró con enfado su sitio en la parrilla, tercera fila, por el lado sucio, y junto a Ralf Schumacher. De reojo vio la orgullosa posición delante del todo que le debería haber correspondido. El coche patinó mucho en la salida, pero intentó pasar por el interior a Ralf Hasta que se topó con Nico Rosberg. El hábil Kubica aprovechó entonces para pasarle. Fernando no tomó riesgos y, para colmo de males, se fue largo en la parabólica y perdió otra posición más con Webber. Octavo y lejos de las batallas de la cabeza, había que empezar otra vez.

Con limpieza pasó a Webber y Kubica, y se fue a por Ralf. El hermanísimo se reencontró como piloto, no cometió fallo alguno y le dio la carrera al ovetense, que no le pasó hasta después de la segunda parada. El polaco de BMW, que iba a tres, volvió a pasarle en boxes por el baile táctico. Pero la estrategia a dos detenciones (cambiada sobre la marcha) fue acertada y le permitió al asturiano volver a superarle. Cuarto en la meta y cinco puntos para escapar del drama de la jornada anterior. Hace tres carreras, cuando Alonso estaba a catorce puntos del inglés, el mundo se iba a acabar. Ahora está a siete con seis carreras aún por delante y todo es posible. Si la FIA decide no impedirlo