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Los grandes duelos

Los grandes duelos

1984. Niki Lauda-Alain Prost

Niki Lauda llevaba ya dos temporadas en McLaren y recibía como nuevo compañero de equipo a un francés que venía como subcampeón en 1983 con Renault: Alain Prost. La lucha fue espectacular y el Mundial se resolvió por la diferencia más corta de la historia de la Fórmula 1, tan sólo de medio punto: 72 para Lauda por 71,5 del piloto galo.

El Profesor ganó siete carreras por cinco del austríaco pero uno de los triunfos de Prost, el conseguido en Mónaco, únicamente le reportó la mitad de la puntuación, 4,5 puntos, debido a que se tuvo que suspender en la vuelta 31 a causa de la lluvia. En la última carrera celebrada en el circuito portugués de Estoril, Lauda remontó desde la undécima posición de parrilla de salida para ser segundo tras Prost y conseguir su tercera corona de campeón del mundo.

En constructores, McLaren arrasó a sus rivales logrando doce victorias en las quince carreras, incluyendo cuatro dobletes. El título por equipos no corría peligro, ya que el dominio de la escudería de Woking era manifiesto. Fue una lucha limpia y deportiva entre sus dos pilotos para discernir el vencedor individual, pero la dirección del equipo británico no tuvo que intervenir, ya que tenían asegurados ambos campeonatos.

1988. Ayrton Senna-Alain Prost

Se repetía la historia de cuatro temporadas atrás pero con los papeles cambiados. Alain Prost, doble campeón del mundo, recibía como compañero a Ayrton Senna. Ese año la relación entre ambos fue perfecta gracias al insultante dominio de McLaren. Sin duda, la mayor diferencia en la historia de la Fórmula 1 de una escudería sobre el resto. Quince poles (trece de Senna), quince victorias y diez dobletes en dieciséis carreras así lo atestiguan. El título fue el primero del añorado Ayrton por tres puntos de diferencia sobre El Profesor. La suma es sencilla, ese año sólo contaban los once mejores resultados para la clasificación general. Senna consiguió ocho victorias y tres segundas plazas y Prost, siete triunfos y cuatro segundos lugares (daban nueve puntos al ganador y seis al segundo). McLaren arrasó triplicando los puntos del segundo clasificado en la general de constructores, Ferrari. El MP4/4 hizo que los que mandaban en el equipo británico se dedicaran a disfrutar de las carreras para ver el orden final de sus pilotos, que sería el mismo que el del campeonato. Una temporada plácida con, seguramente, dos de las tres mayores estrellas que ha habido en el firmamento de la competición junto a Michael Schumacher.

1989. Alain Prost-Ayrton Senna

La segunda y última temporada de esta genial pareja en McLaren fue bastante más accidentada y creó serios problemas en el seno del equipo de Woking. La escudería británica dominaba pero no arrasaba y la tensión entre sus pilotos creció hasta límites insospechados. En la penúltima carrera, en Japón, ambos monoplazas chocaron y Prost se aseguró el título, ya que aunque Senna continuó y ganó la carrera fue descalificado por los jueces por recortar terreno. Fue el comienzo de la guerra entre los dos pilotos. Senna acusó a Prost y viceversa. Así lo explicó el galo: "Muchas veces, durante nuestros dos años como compañeros, él forzaba su trayectoria, poniéndome en una situación donde estaba obligado a salirme del medio o, si no, chocar. En Suzuka, con el título mundial en juego reflexioné sobre la situación, y dije: De ninguna manera voy a abrir la puerta otra vez. Ya he tenido suficiente". La no intervención del equipo provocó que ambos títulos corrieran peligro ya que estuvieron cerca de ser descalificados. En 1990 Prost se marchó a Ferrari y Senna fue desposeído de la superlicencia. Consiguieron que la recuperara y en el mismo circuito, el brasileño y el francés volvieron a chocar intencionadamente, ganando esta vez el título Ayrton.

1999. Mika Hakkinen-David Coulthard

La temporada anterior, Mika Hakkinen había logrado el título de pilotos y McLaren el de constructores, pero el nuevo año se presentaba más igualado con la lucha entre el equipo británico y Ferrari. Sin embargo, todo se puso de cara cuando un accidente de Michael Schumacher en Silverstone le causaba una fractura en su pierna, su ausencia en seis carreras y, por tanto, el adiós al título. David Coulthard no aceptaba ser el segundo de a bordo y con su actitud arriesgada provocó la pérdida del Mundial de constructores y estuvo a punto de entregar en bandeja el de pilotos a Eddie Irvine.

En Austria sacó de la pista a Mika y en Hungría, tras una arriesgada salida, estuvo cerca de acabar con las posibilidades de su compañero. En Japón, en la última carrera de la temporada, Hakkinen arregla el desaguisado arrebatando el título al piloto irlandés de Ferrari tras pasar a Michael, que había logrado la pole. Los más escépticos siguen pensando que el Kaiser se dejó pasar para castigar a su mediocre compañero de equipo. El título de constructores fue para Ferrari y en McLaren deben recordar aquella campaña para que, en 2007, Ron Dennis y los suyos tengan claras sus decisiones y que el favorecido no sea el equipo rojo de Maranello.

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