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Un día para sentirnos orgullosos

Yo digo | David Alonso

Un día para sentirnos orgullosos

Nunca he disfrutado tanto viendo una carrera de F-1 como ayer. De principio a fin fue una montaña rusa de emociones en la que hubo momentos para la tensión, la euforia, la rabia, el abatimiento, la esperanza y el entusiasmo. Últimamente hemos vivido algunos episodios de cierto tostón, pero la apasionante prueba de Hungría lo compensa todo. Faltó poco para ponerle un colofón apoteósico con dos españoles en el podio, pero alguien en Renault (urge encontrar al autor de la chapuza) lo evitó.

Fernando estuvo colosal y casi deja sentenciado el Mundial. Tal vez en cierta forma lo haya hecho a pesar del punto regalado a 'Schumi', que ni siquiera acabó y al que no se atrevieron a sancionar por su maniobra para evitar el adelantamiento de De la Rosa. Alonso salió como un caballo desbocado, dio un par de lecciones al alemán y abandonó como un señor. Sin criticar a nadie y orgulloso de su magistral remontada. Se marchó enrabietado con la FIA por sus injustas decisiones y, a partir de ahora, saldrá a morder. Y ya sabemos de lo que es capaz cuando desata su furia. Estoy convencido de que el Mundial no se nos escapa. Y él también. Como lo estoy de que Pedro se ha subido al último tren y nadie se atreverá a bajarle. Sería tan injusto como cruel porque, ¿quién puede negar ahora que merece un hueco entre los grandes? Ayer reconoció estar en una nube. Y nosotros con él. Inolvidable.

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