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Yo digo | Víctor Seara

La fiesta de China fue total...

Víctor Seara
Actualizado a

Muchos hablarán de un final perfecto para un año grandioso. Pero de no haber sucedido una de las cosas más inenarrables que he visto en la historia de la F-1, no hubiese sabido que existía final aún mejor. Saber que siempre hay espacio para las alegrías y los hechos espontáneos. Eso fue lo que ocurrió en el circuito de Shanghai, cuando unos cuantos aficionados asturianos llegaron hasta el paddock en son de fiesta total. Sin malas maneras y a cuestas con su ilusión de apoyarle, cogieron un avión y se plantaron en China. La victoria del asturiano aceleró todos los procesos. Ya que él aún no había ido a España, fueron ellos los que se acercaron a él, ganándole la mano. Banderas, pelucas, madreñas con los colores de Renault, penetraron sin pase en el imperio de Ecclestone.

Los periodistas extranjeros miraban azorados. Es que a ese sitio, ni siquiera toda la Prensa puede ingresar. Siguieron avanzando pacíficamente, y no dejaron pasar la oportunidad de pedirle a su ídolo que les firmara algún autógrafo o se sacase una foto con ellos. Grandes, chicos, señoras, gente de todas las edades. Apretujones, sí, pero todo de buen rollo. Fue la mejor locura espontánea que haya vivido la Fórmula 1 en sus 55 años de historia. Todos miraban, reían y participaban del jolgorio. Hasta el mismo Raikkonen, que estaba siendo entrevistado en esos momentos, miraba de reojo y se reía por lo bajo. Es que a ninguna fiesta le hace un feo el rival de Alonso, que no es siempre tan serio como parece. Seguro que si Kimi fuera invitado, se acercaría hasta Oviedo a tomarse unos culines de sidra.