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Fórmula 1 | GP de Estados Unidos

Esperpento en Indianápolis

Alonso no salió, como el resto de pilotos Michelin. Primera victoria de la temporada para Schumacher

Carlos Miquel
Actualizado a
<b>TODOS FUERA</B>. Momento en el que los Renault de Alonso y Fisichella se retiraron.

La Fórmula 1 acaba de firmar su sentencia de muerte en Estados Unidos. Más de cien mil personas, muchas de ellas venidas de Hispanoamérica, asistieron a 73 vueltas entre seis coches y hasta llegaron a tirar botellas de agua a la pista. Durante toda la jornada, no tuvieron información de lo que se les venía encima. Compitieron los dos Ferrari, Minardi y Jordan. Las escuderías con ruedas Bridgestone. Con triunfo, por llamar algo, de Michael Schumacher, que se mete por la puerta de atrás en la lucha por el título. Pegándose sólo con Barrichello, al que adelantó a la salida de boxes mandándole a la hierba. Ahora tiene 34 puntos, está a tres de Raikkonen y 25 de Alonso. Los bólidos rojos cumplieron con su trabajo para vergüenza del espectáculo (la metedura de pata fue de otros). La cara de un supercampeón como Schumacher en el podio era un poema. El abucheo que soportó sólo tiene un equivalente en el de 2002 en Austria, cuando le arrebataron la victoria a Rubinho. Monteiro logró el primero podio de su carrera deportiva, tercero. Él sí que estaba contento con su Jordan. Le sacó treinta segundos a su compañero Karthikeyan.

La razón de esta mascarada fue el plante de las escuderías que equipan neumáticos Michelin, que no garantizaba la seguridad de sus ruedas al paso por el oval a más de 300 km/h. El piloto asturiano se fue enfadado, a pesar de que sigue siendo líder una carrera después, frustrado de no hacer lo que más le gusta: competir. Se tuvo que marchar a toda prisa y sin que su equipo le dejara hacer declaraciones, para evitar posibles problemas con los espectadores. Sólo dijo: "Lo siento mucho por el público". Hasta tuvo que aparecer un destacamento policial para garantizar la salida de las estrellas del Mundial. Algunos fans, eso sí, zarandearon incluso las vallas.

Ese plante se fraguó durante toda la mañana de ayer, en una frenética jornada de reuniones. La firma francesa de neumáticos solicitó el sábado la posibilidad de correr con otras ruedas, el tipo de compuesto del GP de España, porque las que usaron en calificación sólo podían garantizar diez pasos por el oval sin reventar. Recordamos: Ralf Schumacher y Ricardo Zonta, los dos Toyota, sufrieron esta avería en la curva número 13, la peraltada, el viernes. El hermanísimo anunció que prefería no correr por precaución. La FIA, como ya analizaremos en profundidad más adelante, prohibió la utilización de estos compuestos adicionales al vulnerar el reglamento, que exige utilizar el mismo tipo de rueda para calificación y carrera. "No podemos permitir que alguien caiga en la tentación de tener unas ruedas sólo para la calificación". El informe definitivo de Michelin en el que no garantizaba la seguridad llegó a las escuderías a las seis y media de la mañana de ayer (hora de Indianápolis).

Y Ferrari, que lleva Bridgestone, se negaba a hacer ningún tipo de concesión. Desde ese momento, a primera hora de la mañana de ayer, se sucedieron las reuniones en el paddock. Primero se barajó la posibilidad de disputar el gran premio normalmente, pero con tres vueltas de calentamiento para prever los reventones en los momentos iniciales del gran premio. Toyota levantó la mano y dijo que era imposible, que no podían hacer nada porque sólo tenían gasolina para una vuelta. Es decir, que la pole de Trulli también fue una enorme mentira.

La FIA no cedió. A continuación, se produjo un larguísimo encuentro de todos los jefes de los equipos que montan Michelin. A ella se invitó a todos los pilotos y también a Jordan y Minardi. Jean Todt, mientras tanto, se frotaba las manos ante la posibilidad de ganar en una pista donde volvían a parar en boxes antes que nadie. Tenían muy difícil la victoria. Pero el error en la construcción de los neumáticos de sus rivales les entregó en bandeja la posibilidad de ganar.

De aquella larga reunión se sacó una amenaza de plante. Si no instalaban una chicane delante de la curva 13 (la del peralte), que ralentizara la velocidad de los monoplazas (la única forma que aseguraban de aguantar la carrera), todos, de McLaren a Renault, pasando por Sauber o Red Bull, se retirarían. Minardi y Jordan fueron los únicos Bridgestone que apoyaron la iniciativa. Después se echaron atrás. Los comisarios llegaron a revisar la pista, pero la Federación mantuvo su posición de mantener inalterable el trazado. En un último y desesperado intento, a media hora del inicio de la carrera, las escuderías pidieron disputar el gran premio sin que puntuara para el campeonato y con la famosa chicane. Incluso, que los coches de Bridgestone estuvieron delante en la parrilla. Respuesta negativa. Ron Dennis, dueño de McLaren, y Flavio Briatore, jefe de Renault, acuerdan no salir a la pista. Pero en los últimos instantes deben cambiar ligeramente para evitar una sanción. Van a la parrilla, dan la vuelta de formación y regresan a los boxes. De esa forma contarán como pilotos retirados y no les pueden sancionar por atentar contra el funcionamiento de la competición. En cualquier caso, la Federación Internacional planea ya cómo castigar a las escuderías disidentes y a Michelin. Incluso algunas voces especulan con que se les prohiba suministrar ruedas durante las próximas carreras, algo que sería lo mismo que entregarle el Mundial en bandeja a Ferrari.

La otra pata del embrollo es Bernie Ecclestone, patrón de la Fórmula 1. Los abogados de la organización del gran premio seguro que ya han puesto en la mesa una demanda. La carrera se disputó, pero ha quedado gravemente herida, al menos en este escenario. Porque el fantasma de correr en Las Vegas, apoyado por el propio Bernie y Briatore, aparece en el horizonte, aunque el actual trazado tenga un contrato en vigor. El único precedente de la historia fue el GP de Alemania de 1959, en el que se decretó hacer dos mangas por seguridad. Pero este esperpento sólo deja el sabor de la amargura.

Enfadados

El público que acudió en masa al trazado de Indianápolis se enfadó, y mucho, con la situación. Incluso hubo lanzamientos de objetos.Barrichello aplastó una botella de agua con su Ferrari F2005.

Muchas reuniones sin resultado

Desde primera hora de la mañana hasta momentos antes de comenzar la extraña carrera de ayer. Las reuniones se sucedían en diversos lugares, algunas eran públicas y otras en la más extrema privacidad. La intención era, en un principio, conseguir una postura única en los equipos con neumáticos Michelin. Se consiguió. Flavio Briatore, jefe del equipo Renault, llevaba la voz cantante. Hubo más reuniones, los pilotos también daban su opinión y pedían la chicane en la curva de entrada al óvalo. Alonso, Raikkonen, Trulli que tenía la pole position,pensaban en la seguridad, pero mientras sus compañeros de parrilla discutían Schumacher se salió de una de las reuniones y se montó en su patinete a motor. Tanto hablar, esta vez, no dio ningún resultado favorable a la Fórmula 1.