Todo el mundo sabe que Dani Pedrosa es muy bueno. No hace falta ni siquiera entender de motos, ya que basta echar una ojeada a su currículo para ver que estamos ante un deportista excepcional. En Honda, la más poderosa fábrica de motos del mundo, lo tienen más claro que nadie. Los japoneses están convencidos de que está llamado a escribir la historia y por eso no han dudado en romper una regla no escrita que han venido aplicando desde que existen. Me explico. Hasta ahora, los cuadriculados dirigentes japoneses sometían a los aspirantes a sus mejores motos a periodos de pruebas en equipos de segunda línea; con Pedrosa se van a saltar por primera vez este paso. Por algo será.

Si Pedrosa estuvo realmente increíble en Le Mans el pasado domingo, lo sabe hasta el que no entienda de motociclismo, lo mismo se podría aplicar a Sete Gibernau a pesar de que el primero ganó y el segundo no lo hizo. Lo del gran piloto catalán es una tremenda paradoja difícil de explicar. Y es que con dos subcampeonatos del mundo en su haber, una cuenta en el banco que le garantiza el futuro, al final el papel que le ha reservado la historia es el del eterno perdedor. Y es que Sete les gana a todos menos a uno, pero en su caso esa frase tan cruel de que el segundo es el primero de los perdedores se aplica a rajatabla. Pero yo me pregunto: si este piloto es un perdedor, qué son los veinte que desde hace dos años terminan detrás de él.

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Manuel Pecino es el director de la revista Solo Moto.