El Dakar se cuestiona la seguridad de las motos

Una estrella volando hacia el cielo, con un nombre al lado: Fabrizio Meoni. Ese pedazo de sentimiento podía leerse ayer en el dorsal de Ciryl Despres, el líder del Dakar en motos y compañero del campeón que se dejó la vida el martes entre las dunas del desierto. No hubo etapa en motos porque los pilotos no tenían el corazón para más kilómetros. La muerte de Meoni, más la pérdida del español José Manuel Pérez y la desaparición de Sainct en Egipto, hace que ahora todos se planteen esta pregunta: ¿Qué se puede hacer para mejorar la seguridad de las motos en el Dakar?

Hay quien piensa que todo está escrito, que es la ley del desierto y que nada puede hacerse. Pero también hay que recurrir a la razón. Una de las cuestiones básicas que se plantean en el seno de la organización es la posibilidad de variar el recorrido para las motos. Sus máquinas no son iguales que los coches y el esfuerzo tampoco. El propio Meoni, hace unos días, lo discutía con Zaniroli, director deportivo de la prueba. El italiano quería que se volviese al espíritu del Dakar: la navegación, un reto a veces imposible que demuestra la calidad del piloto.

El francés David Fretigne, uno de los mejores de la carrera, cree que debería haber menos kilómetros y más técnicos. Así los pilotos nunca perderían la concentración encima de la moto, ni por cansancio, ni por facilidades.

Se ha hablado de la reducción de la potencia y la velocidad. La mayoría de los pilotos no están de acuerdo, aunque algunos proponen una reducción de la cilindrada a 450cc. Motos más ligeras, con menos potencia y que faciliten la conducción. Cuentan que la KTM de Nani Roma alcanzaba los 190 km/h en las pistas rápidas, donde se producen más accidentes.

El problema también es que quizá muchos pilotos no sean conscientes de lo que supone esta carrera. Muchos vienen aquí para cumplir su gran deseo, incluso los hay que hacen de esta leyenda su gran reto, la razón por la que viven, su sueño. Esa es la magia y la grandeza del Dakar, pero todos deben saber que esta es una carrera peligrosa, complicada, muy dura y en la que parte del éxito consiste no sólo en ganar o en llegar a Dakar sino en seguir vivo.

Algunos pilotos no creen que se deba ni se pueda hacer nada ante la fatalidad. Isidre Esteve presenció el accidente de Meoni y cree que la mala suerte fue la culpable. Nada más. Meoni, según Esteve, se fue al suelo cuando rodaban todos juntos, no iban deprisa y sí relajados. Pero era su momento, su fatal momento, el de la visita de la parca.

Los restos mortales del italiano llegaron ayer a Roma desde París y después a su pueblo, Castiglion Fiorentino, donde recibirá eterno descanso el próximo sábado. Su amor, Elena, recibió la ayuda del ministerio italiano de Asuntos Exteriores para repatriar el cadáver y un grupo de motoristas le escoltó en su viaje hasta la iglesia de Madonna di Rivaio.

Esperemos que esta sea la última muerte en el Dakar. Quizá sea imposible pero, si quieres algo con toda tu alma, extrañas fuerzas se unen para que lo consigas. Y yo no quiero volver a arrodillarme para decir adiós a nadie en esta carrera de leyenda.