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Yo digo | Manuel Franco

Regreso al pasado en Agadir

Actualizado a

Lágrimas de agua helada se deslizaban por la ventanilla del avión mientras mis ojos solo veían un mar de nubes blancas y yo pensaba que la vida no es para pensarla sino para vivirla. El despertador, regalo de mis hermanas, había sonado a las seis menos cuarto de la mañana, y en poco tiempo estaba a bordo de un avión con tamaño de autobús. En el vuelo recibo dos felicitaciones; la primera de Paolo, italiano, por nuestra chica de la contraportada, y la segunda de Enrique, brasileño, porque el Madrid ha fichado a un tal Robinho. Llegar a Marruecos es como retroceder en el tiempo. En el control de pasaportes, militares y grandes fotos del difunto rey Hassan junto a otras del actual monarca, Mohamed VI. Nadie me podrá decir ya que lo de este país no es una dictadura. Ayer descubrí el campamento. Es curioso pasear entre los aviones. En eso que llaman sala de prensa, los españoles, con mayoría catalana, hacemos patria y después comemos. La carne no es la que compra mi madre a José, pero podía comerse y hasta había golosinas de chocolate. No sé por qué, pero volvía a acordarme de quien me espera.