Un hombre reservado

La muerte de Richard Sainct me ha conmocionado, ha sido un varapalo para todos. Yo tuve en su día algún problema con él, esas cosas que nos pasan a los pilotos cuando luchamos por el triunfo, simple rivalidad deportiva, estupideces de carreras. Pero después de aquello nos hicimos amigos, nos llevábamos muy bien. De hecho, las pasada semana estuvimos juntos en el Salón de Múnich e incluso compartimos habitación. Hablamos de nuestros proyectos, de la competición, del futuro... Y ahora todo eso se ha esfumado. Era una persona muy introvertida, tímida y reservada. Pero también muy coherente, era así siempre, le daba lo mismo con quién estuviera, no cambiaba de actitud. Yo conozco a su mujer y no puedo dejar de pensar en ella y en sus dos hijos. Es una situación terrible, algo realmente durísimo que no te puedes ni imaginar.

Como piloto era muy rápido y técnico, pero sobre todo le había tomado la medida al Dakar. A veces se le criticó, porque sus victorias llegaron después de infortunios de algunos de sus rivales. Aunque su mérito fue que él estaba allí, dispuesto a ganar cuando los demás fallábamos. Este mismo año se cayó y se hizo daño al empezar la prueba, pero no quiso abandonar y volvió a ser un contrincante duro. No me hago a la idea de que ya no volveremos a correr juntos. Que pasen estas cosas es algo que no te planteas, los accidentes forman parte de nuestro trabajo y no puedes ir pensándolo. También corren riesgos los albañiles o los camioneros, con la diferencia de que nosotros tenemos la suerte de hacer algo que nos apasiona y quizá para ellos no sea igual. La única explicación es que todos tenemos nuestro día marcado y el de Richard era ayer...