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Fórmula 1 | GP de Francia

El peso le quitó a Alonso seis décimas por vuelta

Ferrari supo ver hasta el desgaste de las ruedas del Renault

Carlos Miquel
Actualizado a
<b>SINCRONIZACIÓN PERFECTA. </b>Las paradas en boxes, en la foto una de Renault, son un trabajo de coordinación milimétrica de todo el equipo.
aFP

Fernando Alonso cayó el domingo con honor, porque le batieron el mejor coche y el equipo más impresionante de la F-1. Fue una idea de Luca Baldiserri, segundo estratega y jefe de ingeniería de Ferrari, justo cuando veían que el plan A era insuficiente para batir al ovetense. Les parecía imposible adelantarle porque sus tiempos eran idénticos a los del Kaiser. El análisis de la carrera demuestra que ellos acertaron y le metieron un gol a Renault.

El italiano le enseñó una hoja de cálculos que habían ensayado durante el fin de semana a Ross Brawn, el director técnico, antes del segundo repostaje. Era la forma de quitarle, por la diferencia de peso, 0,64 segundos por vuelta al español. Ross habló con Schumi y le pidió que corriera a tope, porque tenía una desventaja de 15 segundos: debía pararse una vez más en los boxes. Según el técnico británico, Michael necesitaba espacio para correr solo. Teníamos una idea de cuando repostaría Fernando. Y Trulli estaba lejos.

Veinte kilos de más.

El lastre de Fernando se notó especialmente en la parte final, en la que la diferencia de peso del español con el alemán llegaría a 20,8 kilos. En Magny-Cours cada diez kilos de combustible de más equivalen a perder 0,31 segundos. Multipliquen, y ahí tienen las seis décimas. Alonso perdió, sólo por ese concepto, ocho segundos en su última tanda de vueltas. Lo que le separó en meta del alemán. Y en las doce primeras vueltas (de la 46 a la 58), cuando mejor iban sus neumáticos. En los doce giros finales, con los pesos ya nivelados, Schumi dejó de volar, pero en ese momento las ruedas del Renault eran entonces un desastre.

La escudería italiana tuvo en cuenta incluso el hundimiento de hasta un segundo por vuelta de las gomas blandas de su rival a partir del duodécimo giro en pista. Este factor fue decisivo para que Schumacher se pusiera líder tras la segunda parada. Con gasolina para sólo trece vueltas y neumáticos nuevos, el alemán destrozó el récord de la pista (1:15.377).

Nano debería haber entrado a la vuelta siguiente. Sus neumáticos iban cada vez peor y los tres giros que estuvo de más en pista empeoraron los tiempos, pese a que, a cada paso por meta, su coche era 2,6 kilos más ligero. Mientras en Ferrari no sólo era Brawn el que pensaba sino también Baldiserri y el mejor equipo de estrategas de la F-1, en Renault Pat Symonds, jefe de ingeniería, está casi solo. Tiene los mismos medios técnicos para calcular lo que pasa, pero le falta rapidez de decisión y otro interlocutor de nivel. Su confianza en la parada de menos habría sido acertada si las ruedas hubieran funcionado.

Tras la segunda detención, en vez de rendirse, Alonso le quitó un segundo a su rival, pese a tener una desventaja de 10,6 kilos (tres décimas por vuelta). Genial maniobra roja. Cada vez que el asturiano tuviera los neumáticos perfectos, éste tendría que llevar más peso que Schumacher. Ahí se decidió la carrera.

A 28 vueltas del final, cuando en el equipo le dijeron que Schumi iba a cuatro paradas, Alonso, a 180 pulsaciones, empezó a desesperarse con un nuevo error estratégico de su escudería. Por radio le dijeron que confiara en su parada de menos. Una decisión razonable siempre y cuando las ruedas no se hubieran destrozado por el fuerte calor.