Vale, una lección con aplausos

Teníamos un domingo radiante, 26 grados de temperatura, la primavera sentándose en las terrazas. Teníamos Jerez y su afición, que es rugido del bueno. Teníamos a Rossi abriendo la parrilla, a Lorenzo segundo y a Márquez tercero. Y teníamos una primera curva que nos hacía temblar incluso antes de que arrancaran los motores. Si con esa materia prima no éramos capaces de hacer una buena paella, mejor dejar los fogones.

"¿Si llegáis los tres a la última curva, qué pasaría?", le preguntaron a Valentino, Jorge y Marc en la víspera. "Que gana el cuarto...", dijo el italiano, que tiene su guasa, no todo va a ser calentar polémicas. Así que el de Tavullia quiso llegar allí, a ese cruce de caminos, ese giro de izquierdas que da acceso a la línea de meta, sin sombras. Solo y bien destacado, no fuera a ser que ganara el cuarto. Mediada la carrera, el cuarto era Pedrosa, pero a quien nos hubiera gustado escuchar es a los neumáticos. Pero, ¿hablan? Lo hacen, lo hicieron en la carrera, pero sólo Rossi pudo entender lo que decían. Los exprimió de inicio, abrió hueco, reguló, apretó de nuevo cuando Lorenzo (a él le hablaban en spinning, que no es otra cosa que falta de tracción) le recortaba la diferencia. Los cuidó como si fueran de hojaldre. Fue una lección en toda regla. Y la afición aplaudió a rabiar a Rossi cuando subió a recoger el trofeo de vencedor. Es lo que suele hacerse en los podios. Los pitos son para el mus.