...y al fútbol se le abre un muy feo frente

Habría algo que añadir a este razonamiento, aun a riesgo de que se entienda mal: el fútbol funciona, a pesar de esa cuota de corrupción que evidentemente paga. Funciona bien la Copa del Mundo, funciona bien todo lo demás. Consigue reclamarse de ejemplar, con los niños en la foto antes de los partidos, con sus mensajes contra el racismo y a favor del juego limpio. Esos mensajes llegan. Funciona mejor que tantas otras iniciativas internacionales y no quiero entrar en detalles. Al fútbol bien se le puede aplicar aquello de ‘hágase el milagro y hágalo el Diablo’, esa expresión tan cínica como práctica.

Ha funcionado, desde luego, mejor que el movimiento olímpico, que ha sufrido serios boicoteos por la lucha de bloques. Ha funcionado por encima de tensiones y nacionalismos. Un día jugaron entre sí las dos Alemanias, al Mundial de España vinieron Argentina e Inglaterra en plena guerra de las Malvinas... El fútbol ha estado a salvo de convulsiones externas y a veces tengo la mala tentación de que eso ha sido así porque ni americanos ni rusos han tenido vara alta en él. Sí la han tenido en el movimiento olímpico. El fútbol ha sido cosa de la Europa Occidental y Sudamérica. Desde ese eje creció.

Blatter hace de momento, como que no va con él. Ni estrictamente con la FIFA, sino sólo con unos señores que se habrían portado mal a sus espaldas. Pero lo tiene difícil porque no creo que la avalancha pare ahí. Al fútbol le acecha una contaminación, la guerra de bloques, de la que hasta ahora estuvo a salvo. La causa es el dichoso Mundial de Rusia con Putin echado al monte. Para España, eso sí, hay un consuelo: Villar ya no podrá amenazar con el fantasma de Blatter en sus pleitos con Cardenal. Ahora bastante van a tener Blatter y él con defenderse de la ola que se les viene encima.