No juega, enamora

Maestro Carletto. El Madrid acabó su exhibición en Ipurua con un interesantísimo experimento del maestro Ancelotti. Carvajal y Marcelo jugando como extremos, sacando a Arbeloa y Coentrao para que les cubriesen las espaldas. El italiano es mucho más que un magnífico encauzador de voluntades. Es un estratega espectacular que, además, ha obrado el milagro de los panes y los peces. Sin pegar un solo grito, ha logrado que las estrellas del Madrid corran como si fuesen jugadores amateur. Ante un Eibar corajudo y peleón hasta la extenuación (o sea, lo previsto en el guión), los Carvajal, Isco, James, Kroos, Bale, Benzema o Cristiano corrieron como si fuese la final de la Champions. Jamás vi presionar así al Madrid. Dos de los goles llegaron así, tras apurar la línea de fondo Cristiano (en el 0-1) y Marcelo (en el 0-3) en dos acciones que cualquier otro no hubiera intentado siquiera. Este equipo que navega camino de la leyenda se ha unido en torno a su jefe de obra, ese italiano paciente y sabio que en sus días libres se va a Toledo o Alicante, en su afán por conocer mejor el país en el que va a escribir la página más grande de la historia moderna del fútbol. Sus hombres matan por él y ese es el mérito de Ancelotti. Ahora los egos están de vacaciones. Triunfa el orgullo colectivo, el compañerismo y la generosidad. Palabras que Xabi Alonso debió grabarse en su cabeza antes de menospreciar a los que le ayudaron a ganar títulos durante su bonita etapa de blanco…

‘O Rei’ Cristiano. Asistí a la goleada de Ipurua en La Granja Ses Voltes, sede social de la Peña Campos de Mallorca. Su activo presidente, Rafa González, y su inseparable Xisco ya me profetizaban que el megacrack la iba a liar porque es increíble que todavía pueda dudar alguien de que es el único y legítimo merecedor del Balón de Oro. Sus 20 goles en sólo once jornadas (en Anoeta no jugó) sólo están a la altura del hombre que lucha por superar a Di Stéfano. Los demás ya quedaron atrás hace tiempo. El póster a tamaño natural de Cristiano que sacó AS hace tres años presidió la fiesta de los merengues de Campos. Cuando fue sustituido en los últimos minutos del partido, un centenar de peñistas se puso en pie y empezaron a corear su nombre. Piel de gallina. Cristiano, gracias por existir…

Iker titularísimo. Ancelotti le ha dado continuidad y Casillas ha respondido a esa confianza regresando a su mejor versión. El paradón que le hizo a Saúl, con 0-1 en el marcador, nos trasladó a los tiempos en los que sus intervenciones prodigiosas abrían el camino de la victoria. De hecho, Iker sólo ha encajado dos goles en sus últimos 11 partidos oficiales (incluyendo los dos de la Selección). Dato sólo a la altura de un número uno, aunque algunos se empeñen en dudar de él. Peor para ellos…

Una fiesta. El fútbol debe ser entendido como tal y así fue durante toda la jornada en Eibar. Para una ciudad cuya población sólo llenaría un tercio del aforo del Santiago Bernabéu, ver al Madrid en todo su esplendor debe ser un motivo de orgullo, no de aflicción por el 0-4 encajado. Los 308 madridistas de las peñas vascas desplazados hasta Eibar sacaron más pecho que nunca por defender el escudo sagrado del Madrid en lo que solemos llamar Territorio Comanche. Pero cada vez habrá muchos más adeptos a la causa porque este Madrid no juega, ENAMORA...