Sin norte ni sur

¿Qué nos pasa? El Madrid y los madridistas tocamos el cielo en Lisboa. Tiempos felices, con todos remando en la misma dirección y una plantilla magnífica que pasaba a la historia con su conquista y su estética puesta en escena. Cuatro meses más tarde, el Madrid parece un juguete roto. La afición pita a los que eran sus ídolos. Primero a Casillas, al que señalaron tras el 0-1 aunque fue Benzema el primer responsable del gol al dejar rematar a placer a Tiago. Después, los silbidos inmisericordes fueron para Karim tras dejar escapar un control en una maravillosa asistencia de gol que le había dado Cristiano. Y al final del derbi se escucharon algunos tímidos gritos contra Florentino. Soy de los que abogo siempre por el apoyo de la grada cuando van mal dadas. Hay que estar con el equipo a las duras y a las maduras. Pero es evidente que la gente está quemada por lo mal que se ha gestionado el triunfo de la soñada Décima. Es indiscutible que hay peor plantilla y basta con mirar el banquillo. Anoche fue el Atleti el que ganó el duelo con los cambios. Griezmann, Arda... Mucha calidad. En Lisboa estaba Di María, un multiusos infatigable que fue nombrado MVP de la final. En el Madrid campeón también estaba Xabi Alonso, que ayer fue el mejor del Bayern ante el Stuttgart, recorriendo 11.800 metros e interviniendo en 150 jugadas. Casemiro triunfa en el Oporto, Diego López se ha ganado a los tifosi del Milán y Morata debutó anoche con la Juventus. La realidad es que Ancelotti, pese a que su club tiene el presupuesto más grande del fútbol mundial, tiene peor grupo que el 24 de mayo. Como me decía ayer Jorge, un amigo que reside en Alemania, “el viento nunca sopla favorable para quien navega equivocadamente...”.

Sólo Cristiano. Con 0-1 y el Bernabéu metido en su errónea política de reproches (los pitos deben guardarse para el final del partido, porque mientras que haya juego hay que arropar a los tuyos), irrumpió Cristiano para coger la bandera e incendiar el derbi. Él solito cambió el rumbo de la pelea. Se fabricó el gol del empate con un penalti clarísimo, y después inventó dos pases maravillosos a Benzema que el francés desperdició de nuevo. Uno por necedad (su control fue un descontrol) y otro por un Moyá espléndido, que fue el héroe de su equipo sacando otro balón increíble a Bale. Cristiano estaba on fire y tenía intimidados a sus vecinos. Pero sonó la campana del descanso y salvó al Atleti de besar la lona.

Felicidades, Atleti. Con la entrada de Arda y Griezmann ellos mejoraron. En juego y en calidad. Y en pólvora. Avisó el turco y acabó llegando el 1-2. Chicharito se pegaba en vano y a Isco le pesó su ostracismo, porque con tanta suplencia estamos perdiendo a un futbolista excepcional. James no se adapta a la posición que no es suya, Bale está missing desde Cardiff (parece que se preparó para la Supercopa de Europa y luego bye, bye) y Modric tampoco es el de la temporada pasada. Mucho arroz para tan poco pollo.

Vamos afición. El club presentaba el viernes un acuerdo con el Banco Nacional de Abu Dhabi en vez de pensar sólo en FÚTBOL, pero me niego a rendirme y a venirme abajo aunque el cielo barrunte borrasca. Para animarme pienso en aficionados ejemplares como Manolito Rafallo (amigo, tu museo en Fuente de la Corcha, en Huelva, es digno de ser lugar de peregrinación para los madridistas) o Julio Romero y su magnífica Peña Alcalaína. Con el Madrid no podrá nadie. Reyes de Europa.