Y Falcao en Mónaco...

Añoranza de Lisboa. Justo ayer se cumplían 100 días de la gloriosa noche de la Décima. Contemplé el precioso vídeo de AS.com y las imágenes nos mostraban un equipo unido, alegre, una familia. Como fue siempre el Madrid desde los tiempos de Don Santiago Bernabéu. Pero este verano hemos escupido para arriba y anoche se reflejaron de forma dramática todas las necedades protagonizadas desde los despachos y desde el banquillo. Tras el sonrojante 4-2 de Anoeta, miré la foto de los campeones en Lisboa y me pregunté: “¿Qué demonios hemos hecho con nuestro mundo feliz?”. Me sentía como Charlton Heston cuando se encontró con la estatua de la libertad destrozada en El Planeta de los Simios... El Pink Madrid fue a jugarse los puntos ante los jabatos de la Real Sociedad vestido de fucsia (muy moderno y vende camisetas, ya me sé la cantinela...), con un delantero centro que lleva dos goles en sus últimos 17 partidos oficiales (Karim, repasa tu estadística), una defensa que en los últimos 60 minutos fue un coladero, y un portero que, para dolor de todos los que siempre le hemos defendido en las buenas y en las malas, no paró un solo balón de gol. Cuatro tiros, cuatro goles. Cuando la Real se metió en el partido tras un arranque en el que parecía que iba a recibir la goleada del siglo (¡Ramos sí que es un nueve!), el Madrid fue como al avestruz. Escondió la cabeza y no dio la cara. Ni por su orgullo de equipo campeón ni por respeto a sus millones de seguidores, que anoche no sabían dónde esconderse para tapar su rabia y su impotencia...

Ausentes. Cuando la Real de Arrasate (¡y eso que estaba discutido!) se puso 3-2, Ancelotti miró a su banquillo buscando revulsivos. El mejor que había se llama Fernando Hierro. Lástima que ya esté retirado y no sea utilizable. Tampoco estaban en el banquillo para ayudar ni Xabi (en Múnich), ni Di María (en Manchester), ni Casemiro (en Oporto), ni Morata (en Turín), ni Diego López (ayer héroe del Milán parando un penalti ante el Lazio). Tampoco estaba Falcao, que se vendría de rodillas al Bernabéu, pero que sigue esperando una llamada en Mónaco que no llega... Soy el primero que sostengo que Kroos, James y Keylor son tres fichajes magníficos, pero la realidad es que este Madrid es peor Madrid que el de la Décima. ¿Cómo es posible que el campeón de Europa se davalúe pese a tener una economía poderosa y una afición millonaria en los cinco continentes? Ancelotti tiene que reconstruir un equipo nuevo. Qué necesidad había...

Autocrítica. Carletto ha dicho que algo tiene que cambiar “y va a cambiar”. Casillas habló de dar “cuatro voces en el vestuario” y que “llevamos un escudo muy grande y este no es el ejemplo que tenemos que dar”. Me gusta que al menos los pesos pesados den la cara y asuman responsabilidades. Es el único remedio para dar un giro brusco a lo sucedido. De aquí al 13 de septiembre, cuando llegue el Atleti al Bernabéu, hay tiempo para aunar voluntades y cambiar el chip. La Real estaba contra las cuerdas tras el 0-2 y más tras sus debacles con el Eibar y el Krasnodar. Pero reaccionó con grandeza y buenos jugadores (Vela, Canales...). Tomemos ejemplo de ellos.

Afición hundida. Me trasladan su desazón Jesús Dóniga y su hijo David (su libro sobre fútbol habla de estas situaciones tormentosas) y mis amigos de la Peña Errenteria, que se llevaron un palo ante sus paisanos...