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FÓRMULA 1

Hamilton llega a Monza con nuevo tatuaje y teñido de rubio

"Estoy buscando y añadiendo para forzar los límites del propio descubrimiento", añade el inglés, que también se ha tatuado un águila en el cuello.

MadridActualizado a
Hamilton y su nuevo look en Monza.
Charles CoatesGetty Images

Llegó el líder del Mundial, de negro Mercedes AMG Petronas, y los aficionados se fueron hacia él. Y de repente se dieron cuenta de que bajo su gorra se atisbaba un pelo que no era su pelo, o que lo era pero teñido de rubio platino. Seguramente era a eso a lo que se refería Lewis Hamilton cuando hablaba de celebrar su victoria en Bélgica de una manera especial. ¿O tendrá algo que ver Rihanna?

El británico es líder del Mundial, ahí están los 28 puntos sobre Nico Rosberg, pero también lo es en tendencias. No repite, cambia, aunque algún cambio chirríe. De unas semanas a esta parte se habla tanto de su férreo control del Mundial como de su relación con Rihanna. Y ayer, de su pelo rubio y de su nuevo tatuaje, esa águila que parecía querer escapar bajo el cuello de su camiseta. “Mi águila representa a un visionario”, tuiteó el doble campeón mundial a sus 2,9 millones de seguidores. Un tatuaje más, que en la foto vuela hacia el diamante de su oreja y ese prado que no es verde, sino platino. “Soy un buscador y estoy dispuesto a forzar los límites del auto-descubrimiento”, añadía en un nuevo giro metafísico-filosófico al que últimamente también nos han acostumbrado otros campeones. Eso sí, al ser preguntado sobre el porqué del nuevo tatuaje y el pelo rubio, Lewis fue escueto: “¡Porque puedo!”. Aunque, ante las risas de los periodistas, aclaró: “Estoy en una fase de mi vida de mucha experimentación”.

Será ahí, en esa experimentación, en esa búsqueda de nuevos horizontes, donde se cruzan Barbados, Nueva York y Rihanna. Los paparazzi les persiguen intensamente desde hace un mes. “Nos llevamos viendo desde hace tiempo, pero sólo somos amigos”, reconocía hoy. ¿Les suena la frase? Me da que sí. Pero esa fue la frase de la crónica rosa de ayer en Monza. Donde la ambición rubia no era Marilyn. Era Hamilton.