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FÓRMULA 1 | LA INTRAHISTORIA

Carlos Sainz- Max Verstappen, duelos en quads y canoas

Diversión en Toro Rosso antes de la disputa del GP de Italia. En el evento de ayer en Italia rodaron con quads por un recorrido entre montañas y lagos.

Actualizado a
DISFRUTANDO. Verstappen mostró que disfruta con la velocidad sea cual sea el vehículo.
CEPSA

Estaba hablando de esos programas que le gustan de la tele. Mientras unos explicaban sus recuerdos de aquellos Furor, Sorpresa, sorpresa, o Un, dos, tres, Carlos Sainz suelta como una bomba en los años de sus interlocutores: “A mÍ me gustaba ese programa que había con Santiago Segura, que se vestían e imitaban y cantaban, ¿cómo se llamaba?”. Es en ese momento en el que el chaval demuestra su juventud cuando alguien de la organización del evento de Cepsa, principal patrocinador de Toro Rosso, aparece con una tarta con el número 21. Y entonces todos cantan el cumpleaños feliz a Sainz. Detrás de él estaba Verstappen y las bromas sobre qué parte del pastel se debía comer el holandés. “Dale uno grande para que engorde y vaya más lento”, dice uno. Y Max le sonríe como quien no ha entendido nada.

Porque hasta en esos pequeños detalles se vive uno de los duelos del año en la F-1, el que enfrenta a dos pilotos jóvenes, brillantes, y con posibilidades de llegar a ser algún día campeones del mundo.

Siempre he pensado que sólo el azar puede estropear la genética. No en este caso. El niño Sainz tiene la belleza de su madre y el talento de su padre. Y como ambos, es buena persona este muchacho madrileño que está cumpliendo su sueño, inmerso en un viaje apasionante. “Lo peor son las entrevistas y aguantar a la Prensa”, dice riendo y buscando la respuesta rápida de algún periodista que no tarda en llegar. Juegan con todo, se pasan la vida jugando estos muchachos. Y peleando.

En el evento de ayer en Italia rodaron con quads por un recorrido entre montañas y lagos con los periodistas detrás peleando con los vehículos que ni son coche, ni moto ni nada de nada. Hasta que no llegó Sainz delante no paró. Después pasó algo similar en una regata en piragua. Fue en el lago Maggiore, el mismo en el que repostaban los hidroaviones italianos en la II Guerra Mundial. Ahora sirve para que unos niños se diviertan. Mejor.