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Dakar 2015

La familia Fernández vive la aventura del Dakar 2015

Los murcianos Domingo y Carlos, padre e hijo, compiten en motos, mientras que Crisanta y Sandra, la madre y la hija, ejercen de relaciones públicas en el raid.

Actualizado a
FAMILIA AVENTURERA. Sandra, Crisanta, Carlos y Domingo en Buenos Aires, listos para la salida
TEAM FERNÁNDEZ

Estaba a tres horas de subir con su moto al podio de salida frente a la Casa Rosada, pero ni siquiera allí Domingo Fernández se ponía nervioso. “Es, como si dijéramos, una carrera más. Estoy tranquilo, no es nada del otro mundo... Es que si te lo tomas muy en serio, muy nervioso, es peligroso”, reconocía este murciano de 49 años que corre el Dakar con el dorsal 128 sobre su KTM. Con el 127, a su lado, un chaval de 20 años que se le da un aire. Bastante. Es su hijo Carlos y en ese reto/sueño viaja toda la familia.

Residen en La Hoya de Lorca y defienden los colores del Team Fernández. “Mi hijo sí está un poco más nervioso”, reconocía Domingo con la moto rumbo al Obelisco. “Siempre seguí esta carrera, he hecho excursiones en Marruecos y me fascina el rally. Y este año me animé a dar el paso”, afirma Domingo, que bromea con Pedrero, con Rosa Romero (“mi amiga, la verdad es que aquí todos lo somos”, dice), con Miguel Puertas. Carlos, mientras, está fascinado “por la pelea por el título entre Coma y Barreda”, también por “Pedrero, que está muy fuerte”.

Ambos cuidan con mimo la KTM que estrenan en esta carrera, para la que cubrieron un presupuesto cercano a los 60.000 euros, con algunas empresas amigas arrimando el hombro. “La Ruta 40 en Argentina la disputamos con una Yamaha, pero ahora estrenamos esta moto, que lleva un rodaje de 300 kilómetros para comprobar que todo vaya bien. La verdad es que son completamente nuevas”, aclara Carlos.

El podio de salida está listo y toca arrancar la moto. Un beso a Sandra, la hermana, que ha ejercido de relaciones públicas hasta que ahora le toca volver a España por motivos de trabajo; y también a Crisanta, Santi, la madre, quien toma el relevo.

Carlos estudia Ingeniería Química y disfruta de un parón para pelearse con las dunas. “Cogí menos asignaturas un cuatrimestre y me apunté a más el segundo para poder venir al Dakar”, dice. Mientras, su padre, agricultor, sigue haciendo gala de aplomo. ¿Es este el mejor modo de disfrutar las vacaciones?: “No, seguro que no. Es mucho tute. La verdad es que hacemos lo contrario que la gente normal, que se va a descansar. Y nosotros, aquí, a sufrir”. En el Dakar sufren casi todos. Ellos, al menos, lo hacen en familia.