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Dakar

Albert Llovera: “Lo que molesta me lo guardo en el disco duro”

Albert Llovera afronta su tercera experiencia en el raid sudamericano a los mandos de un buggy adaptado a su paraplejia. “Estoy seguro de que nos irá bien”, declara.

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Albert Llovera: “Lo que molesta me lo guardo en el disco duro”

Albert Llovera (11-9-1966) afronta su tercer Dakar con el reto de llegar a meta, lo que no consiguió ni en 2007 ni en 2014. La palabra rendirse no va con el andorrano.

—¿Cómo afronta su tercer Dakar tras abandonar en 2014 a tres etapas del final?

—No me quedó mal sabor de boca, al contrario, creo que hice un rally espléndido, nos volcamos en todas las etapas y llegamos hasta donde pudimos.

—Vuelve a confiar en un buggy, en el OPTIMUS del MD Rallye Sport. ¿Le da confianza?

—Es igual que el de 2014, aunque renovado en suspensiones, y habrá tres chasis nuevos que serán algo más anchos dentro y un poco más largos, para que sea algo más cómodo.

—¿Disfrutará de ese chasis?

—No, ese es el que me tenía que tocar a mí, pero cerré lo del Dakar en octubre y el equipo tenía un montón de novias, de hecho el año pasado éramos cinco y este somos siete. Ya se lo dije a los del equipo: ‘pensad que si lo hago bien, el año que viene van a querer más, porque la gente piensa que si lo hago yo lo pueden hacer ellos’.

—Aumentó la demanda...

—Un montón. Les estoy agradecido porque me han mantenido el buggy hasta el final, querían que fuera yo el que lo llevara. Ellos ya ponen ciento y pico mil euros del presupuesto, además apoyan la Escudería del Corazón, asociación que busca operar a niños con malformaciones cardíacas. Deben ser intervenidos de pequeños, porque a partir de los siete u ocho años, cuando se da el siguiente estirón, la operación es a vida o muerte. El equipo pensó en mí y yo les voy al dedillo por mis características, porque hablo castellano y en el Dakar eso cuenta, por la resonancia que este tipo de mensajes pueden tener conmigo en la alineación.

—Cambia de copiloto: Arnaud Debron por Álex Haro. ¿Por?

—Llevo compitiendo tres años con Álex, la diferencia es que no ha hecho raids de renombre como Marruecos o el Dakar, pero es un profesional. Estoy seguro de que nos irá bien.

—El Dakar llega 30 años después de su accidente en la Copa de Europa de esquí que le provocó una paraplejia dorsal. ¿Qué se le pasa por la cabeza si le digo estas tres palabras: tirar la toalla?

—Yo sigo adelante, las cosas que me molestan intento apartarlas. Las guardo en el disco duro. Voy a una conferencia y hay un momento en que hablo del accidente; me voy al disco C, lo saco, lo explico y lo vuelvo a guardar. Porque recordar, de hecho no me aporta nada.

—Y del disco C del Dakar, ¿teme algo en especial?

—A algunas etapas les tengo mucho respeto. Las dunas en que se puede llegar de noche, porque te hace encarar la siguiente etapa de empalmada; el fesh fesh, ya que no puedo bajar del coche a empujar; y las llagas, claro, la parte física, que el cojín aguante, que entre más aire que el año pasado en que por el calor acabé destrozado.