Nani Roma: “Tendrán que ser buenos pilotos para ganarme”

En un mes, en Buenos Aires, las miradas se centrarán en él y en su coche. Nani Roma (Folgueroles, 17-2-1972) defenderá título con el Mini dorsal 300, el del vigente campeón. Cuenta atrás. Tic, tac, tic, tac...

—¿Cómo lleva lo de ser el campeón, el piloto al que todos quieren batir?

—A veces no sabes cómo va a reaccionar tu cuerpo al hecho de llevar el número 300. Creo que hemos hecho un buen trabajo, tenemos un buen coche e intentaremos ser tan constantes como en la última edición. Tenemos los deberes hechos. Lo más importante en un Dakar es no tener ninguna sensación de reproche personal, que todo lo que puedas controlar lo hayas hecho.

—¿Cuál fue su sensación en la presentación de París? ¿De seguridad, de saber que las armas que tiene son fiables?

—Son muy buenas, no hay duda. El Dakar no es una carrera que se gane por suerte, el que lo gana es que ha hecho el trabajo mejor que los demás. El año pasado hicimos una gran prueba con Michel (Périn, su copiloto), con el equipo, muy intensa al final, con mucha presión a nivel de gestión de equipo. En los tres o cuatro últimos días hice un máster en aguantar la presión.

—La partida del Dakar sigue, pero se reparten nuevas cartas. Usted mantiene el as, algunos cambian, como Peterhansel o Sainz. ¿Algún farol?

—Lo más preocupante es que todo el mundo habla de Peugeot y se olvida de Toyota, o de Robby Gordon. Toyota, por ejemplo, va a llevar este año un coche (Hilux) al que le han quitado 56 kilos de peso, que los llevamos nosotros, y a ellos le dan un milímetro más de brida. Encima han cambiado el chasis, con las ruedas de repuesto debajo. Serán como mínimo entre 0.5 y un segundo más rápidos por kilómetro. Por tanto, cuidado. Y luego Peugeot, todo el mundo habla que si no van bien, que si no sé qué, cuidado también. Peugeot tiene una marca y una gente que sabe hacer coches. Y están Stéphane (Peterhansel) y Carlos (Sainz), que saben hacer coches. Tienen dinero, tienen savoir faire. Pero lo más importante es no olvidarse de uno mismo, porque el primer rival en un Dakar es uno mismo. Si al final alguien me gana porque es mejor, habrá que felicitarlo, pero tendrán que ser buenos para ganarme.

—Es difícil retocar lo que ya es muy bueno, pero ¿qué tiene de diferente el actual Mini?

—El año pasado ya dimos un gran paso, porque pusimos las ruedas de repuesto abajo y ganamos mucho por kilómetro. Este año hemos mejorado en aerodinámica, en pequeñas cosas, jugamos la baza de la fiabilidad. Es verdad que el reglamento cada vez intenta capar más a los diésel, así que cada vez va a ser más difícil ganar.

—Y con Al-Attiyah, como siempre, tocando a última hora a la puerta...

—Sinceramente, no tengo nada a favor ni en contra, es un cliente que tiene dinero y busca el mejor coche posible. Nada más.

—Vuelve la etapa maratón. ¿Será como trabajar sin red?

—Sí, porque como no hay T4 (camiones), no habrá ruedas de repuesto. A nivel coche no estoy inquieto, es fiable, pero me preocupa tener un buen día, que no pinches.

—Ahora, a andarse con mil ojos en el mes que queda para la carrera.

—Sí, tenemos experiencia, será mi 20º Dakar. Debemos ser prudentes, porque cuando un deportista va a la guerra, tiene dudas. Y el que diga que no, miente. Y eso también motiva para al final poder ser campeón.

—En su caso, el que la sigue la consigue.

—Fíjese, jugué al fútbol hasta los 18 años, no había tradición de motor en mi casa, empecé en enduro y ni me imaginaba correr un Dakar. Y lo gané en moto y ahora en coche. Cuando me preguntan sobre mi carrera, digo que hace ya años que todo esto es un bonus. Un premio. Es como cuando dicen, ‘es que Carlos Sainz es un pupas’ y yo digo, ‘ya me gustaría ser pupas como él, que ganó dos Mundiales de rallys’. ¿No? Y todo lo que ha ganado. De ir de pequeño a las cunetas a ver a Carlos correr rallys a poder ser parte de este mundo. Los sueños ya los he cumplido.