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Fórmula 1

El cockpit cerrado resurge después del suceso de Bianchi

La F-1 está pendiente del estado de salud del francés, ingresado en Japón, y comienzan a surgir alternativas para intentar minimizar al máximo los daños en los accidentes.

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El equipo Marussia ha querido homenajear a Bianchi y han preparado el box en Sochi como si el galo fuera a correr.
Getty

“Uff, qué viaje”, un periodista se dirige a Fernando Alonso que asiente con la cabeza al llegar por fin al aeropuerto de Sochi desde Tokio, vía Moscú, en un avión de Aeroflot tras más de dieciséis horas. “Para viaje el que han tenido que hacer los padres de Jules hasta Japón y con un tifón por ahí… no quiero ni pensarlo”, dice entonces un cámara de una televisión italiana que asiste a la escena.

Jules Bianchi. Ese piloto que sigue luchando por su vida en un hospital de Yokaichi con sus padres al lado, con médicos varios que llegan en tropel para intentar ayudar. Tristeza. Y una esperanza, siempre. Mientras, la F-1 ya piensa en soluciones. Imposibles. O no. Y resurge el proyecto del cockpit cerrado. Para intentar evitar lo inevitable.

“Lo ves una vez y otra vez, y piensas: ‘Tuvo suerte’. Pero un día no habrá suerte”. Son palabras de Paddy Lowe, director técnico de Mercedes que lo era de McLaren cuando pronunció esa frase. Era el año 2012 en Spa y Alonso salvó la vida de milagro con el Lotus de Grosjean a milímetros de su cabeza. Fue ese momento uno de los más importantes en los que se llegó a hablar de hacer realidad el proyecto de un cockpit cerrado en la F-1.

Por entonces, Lowe lo veía factible para la actual temporada, pero no. “Creo que 2014 es viable, ya que empezamos el trabajo hace un año. Personalmente, creo que es inevitable que se haga porque se trata de la exposición de seguridad más grande que tenemos. Al mismo tiempo, se trata de que en este deporte siempre ha sido abierto. Hemos de proteger eso, pero debería ser técnicamente posible hacerlo de alguna manera. Todo es posible”, decía. Pero esa idea se descartó finalmente por cuestiones estéticas. Y es que este es un deporte más de estética que de ética. En ese momento en una reunión en la que estaban los principales jefes de equipos y el omnipresente Bernie Ecclestone se llegó a esa conclusión. Sin saberlo. O sin reconocerlo. Y se paró un proyecto que tenía en marcha el Instituto por la Seguridad de la FIA.

Por entonces el máximo organismos desveló un vídeo en el que una cúpula de fibra de carbono y kevlar similar a las que llevan los F14 y otros aviones de combate apenas sufre daños tras el impacto de un neumático a más de 225 kilómetros por hora. Los problemas para instaurar esta estructura nos hablan de un aumento de peso excesivo, visibilidad reducida de los pilotos y un aumento en el tiempo de salida del piloto tras un incendio perjudicando su rescate. Nada que no se pueda solucionar. Por ejemplo, el cockpit cerrado es usual en las 24 Horas de Le Mans y prácticamente salvó la vida de Marc Gené en un terrible accidente en 2008.

Quizá lo que le pasó a Bianchi no tenga solución, quizá sea el destino. O la mala suerte, quizá no basta a veces con las banderas amarillas o quizá los coches deberían tener un limitador de velocidad instantáneo cuando se sacan. Pero con el cockpit cerrado accidentes como el de Massa en Hungría 2009 o el que le costó la vida a Henry Surtees en F-2 habrían tenido otro resultado. También en Abu Dhabi 2010 estuvo a punto de producirse una catástrofe con Liuzzi y Schumacher.

Hay muchos ejemplos. Ahora también habla de ello, Rob Smedley, de Williams: “Es algo fácil desde el punto de vista técnico, es fácil de implantar, es un proyecto que ha ido adelante y atrás. No sé si hubiera cambiado el accidente de Jules, fue un suceso sin igual”. Ahora, como siempre sucede, cuando ocurre una desgracia las mentes más brillantes comienzan a pensar. Ahora falta que las ideas se hagan realidad.