Singapur o el gran premio del futuro para Bernie Ecclestone

Un día Bernie Ecclestone, en su mansión del centro de Londres que le costó 90 millones de euros, se levantó, llamó a su secretaria, una mujer que parece sacada de Sexo en Nueva York por su parecido con Sarah Jessica Parker, y al minuto estaba hablando con Lee Hsien Loong, primer ministro de Singapur.

Así cuenta la leyenda que comenzó a construirse uno de los grandes premios más especiales y únicos del campeonato del mundo de Fórmula 1: el gran premio del futuro. Así lo denominó Ecclestone. Y así es. Porque estar en Singapur, ver el circuito callejero de Marina Bay con 1.400 focos de luz, un trazado increíble de 23 curvas en el que se corre en el sentido contrario a las agujas del reloj y en el que los coches pueden llegar a más de 300 kilómetros por hora, hace que todo esto parezca algo que podría pasar dentro de muchos años. No ahora. Pero es una realidad desde 2008 y además ha renovado por varios años más.

El GP de Singapur es uno de los mayores éxitos de los nuevos países, una ciudad-estado con forma de república parlamentaria con el cuarto Producto Interior Bruto del planeta, un centro de negocios mundial en el que la F-1 sólo es un aliciente más. El aeropuerto está siempre lleno, las filas para el control de pasaportes son infinitas, la zona de Marina Bay está repleta de centros comerciales inmensos y más ahora.

Hay conciertos como el de Pet Shop Boys, Jennifer Lopez o Robbie Williams y este año incluso encuentros de grandes chef de fama internacional y considerados entre los mejores del mundo como Gordon Ramsey o el español Quique Dacosta. Esto es Singapur. Bienvenidos al futuro.