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GP DE ITALIA

Lewis Hamilton gana entre las amargas lágrimas de Ferrari

Abandono de Fernando Alonso en la peor carrera del año para la ‘Scuderia’, que sólo sumó dos puntos en casa por el noveno de Raikkonen. Lewis Hamilton logró su sexta victoria.

MonzaActualizado a
Lewis Hamilton gana entre las amargas lágrimas de Ferrari

Quedan tres banderas asturianas en Monza. Permanecen ahí, Angie, Simón y José. Se han hecho el viaje desde Oviedo en Ryanair hasta Milán y cada día cogen trenes varios para llegar hasta el circuito para después de la carrera, cuando todo ha acabado, sostener el emblema azul en lo más alto del cielo de uno de los trazados más legendarios de todo el planeta. Ellos, honor astur. Están, pese a todo.

En 2010, Fernando Alonso ganaba su primera carrera del GP de Italia con Ferrari y más de cuarenta asturianos aguantaban sus estandartes mientras su campeón levantaba la copa de ganador. Todo parecía que iba a ser lo previsto. Fernando Alonso y Ferrari, el equipo perfecto, victorias, títulos, leyendas… Parecía.

Cuatro años después de aquel éxtasis de miles de sonrisas perfectas, ayer se echaba de menos una, ayer sólo quedaban ellos tres en la recta de meta haciéndose fotos con aficionados ferraristas, con ingleses, con unos y otros que les veían como vestigios de épocas pasadas, como seres extraños, especiales quizá, esos que están siempre. Pase lo que pase. Unos metros más allá una aficionada italiana se sentaba en el suelo llorando, tenía la cara pintada con el escudo del Cavallino Rampante y sobre su rostro se derramaban lágrimas rojas. Tristeza en Monza.

Porque la de ayer fue la peor carrera en mucho tiempo para Ferrari y Alonso, el piloto soñado por los tifosi se retiraba, primer abandono del curso, en la vuelta 29 ovacionado por la afición, devolviendo los aplausos con su coche rojo exhausto como un caballo anciano, las largas rectas del templo de la velocidad fueron demasiado para el F14 T, un coche que apenas tiene virtudes, un monoplaza desnudo ayer en casa, motor de juguete. “Volveremos”, decía un miembro de Ferrari, orgullo italiano de un escudo en desuso en estos tiempos de estrellas. Porque ellos sí, brillaron una vez más. Mercedes entró en el salón de Ferrari como si fuera su hogar de siempre y destrozó cualquier esperanza. Victoria de Lewis Hamilton por delante de Nico Rosberg y con Felipe Massa, tercero, logrando su primer podio con Williams. El brasileño de corazón rojo, emocionado ante el cariño de los tifosi, de nuevo en un cajón que apenas visitó en sus cuatro temporadas como compañero de Alonso. Así son las cosas, así es la F-1, esta de las unidades de potencia en la que valen más los caballos que las manos como antes fue la aerodinámica, los escapes sopladores, los dobles difusores, todos esos inventos que no nacieron de Maranello sino de los equipos campeones.

Esta vez, Mercedes. Otra vez los protagonistas son otros, Hamilton y Rosberg. Ayer le tocaba al inglés, que aprovechó dos temblores del alemán en la primera chicane para ponerse líder a la segunda y lograr su sexta victoria. Ahora está a 22 puntos. Un suspiro. El germano había hecho una gran salida y al inglés le tocó remontar. Lo hizo, claro. Nada que ver con Raikkonen, décimo, un punto que fueron dos por la sanción a Magnussen. Eso fue todo para Ferrari. ‘Volveremos’, dicen con su camisa roja repleta de patrocinadores. ¿Quién sabe? Ellos sí, con sus banderas asturianas. Como cada año. Y esa chica de las lágrimas rojas…