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Kevin Magnussen logra acelerar la Fórmula 1 en Dinamarca

La irrupción de Kevin ha triplicado las audiencias del canal de cable que ostenta los derechos y acapara elogios. “Todo el mundo está loco con él”, dice Michael Laudrup.

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Su podio abrió uno de los principales diarios.

Roskilde está en la isla de Zealand, la misma en la que se encuentra Copenhague. No llega a los 50.000 habitantes, su Museo de Barcos Vikingos hace las delicias de los más pequeños, su Festival de rock las de los quinceañeros y el restaurante Mumm le deja a uno saborear la gloria casi como en el famoso Noma (el mejor del mundo en 2010, 2011 y 2012). Pero por lo que Roskilde saca pecho en este 2014 es por un piloto de 21 años de nombre Kevin y apellido Magnussen. El danés volador, la revelación del Mundial de F-1, el hijo de Jan, quien probara suerte en el campeonato a mediados de los 90...

Magnussen ganó en 2013 las World Series 3.5 y eso le abrió las puertas de la F-1. Pisó fuerte ya de entrada, pues fichó por McLaren. Subió al podio en su debut y desde ahí, los domingos huelen a Fórmula 1 en Dinamarca. Y no sólo en Roskilde. Jesper Wittendorf, de TV3+, canal que tiene los derechos de la F-1 en el país (además de la Champions League, MotoGP o NFL), califica de “muy buenos” los resultados de las tres primeras carreras. El baremo no es otro que la audiencia, las teles respiran así. Mientras que el GP de Australia 2013 registró 77.000 telespectadores, el de este año deparó 256.000. Es decir, más del triple. Y esos números no fueron flor de un día, sino que en el GP de Malaisia (303.000 cuando en 2013 sólo llegó a 79.000) y en el GP de Bahrain (330.000 por los 73.000 de 2013) volvieron a sonreír. Bastan dos datos para vestir esas audiencias con los mejores ropajes: Dinamarca tiene 5,6 millones de habitantes (datos de enero de 2014) y TV3+ no es gratis, sino un canal de cable con suscripción mensual.

Kevin se convirtió en Melbourne en el primer danés en subir al podio (3º) en la historia de la F-1. Asombró al mundo y a quienes hablan su mismo idioma. Como a Michael Laudrup: “Me gustan los coches, pero no soy un fanático de la F-1. El hecho de entrar en ese club ya es difícil. Encima un danés, de un país tan pequeño. Y luego, que quede tercero; y tras la sanción, segundo, es increíble. Te puedes imaginar que en Dinamarca todo el mundo está loco con él”. Con que Kevin tenga un 10% de la magia del ex futbolista del Barça y Real Madrid ya pueden poner el champán a enfriar.