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FÓRMULA 1 | GRAN PREMIO DE ALEMANIA

Fernando Alonso no llega a tanto milagro con este Ferrari

El asturiano terminó cuarto, detrás de Vettel y los dos Lotus de Raikkonen y Grosjean. El alemán ganó al fin en su casa y es más líder, con 34 puntos de ventaja sobre Fernando.

AlemaniaActualizado a
Fernando Alonso salió octavo y terminó cuarto, pero la victoria de Vettel aleja más al asturiano del liderato del Mundial de Fórmula 1.

Hacía años que no se pasaba tanto calor en el bosque de Eifel. Antes de la carrera, Fernando Alonso miraba al cielo, con las mangas de su camiseta escondiendo sus puños apretados en la intención, en la esperanza. En busca de un nuevo milagro.

Como decíamos ayer, había una serie de condiciones para que el doble campeón español pudiera convertir en realidad otra remontada imposible, otro de esos milagros a los que la mala costumbre nos acostumbra. Sí, al menos hacía calor. Había más. Y no todos se dieron, no, porque sobre todo en esto de la Fórmula 1 antes que cualquier otra cosa lo que se necesita es un coche rápido, un monoplaza regular en su velocidad, no en su mediocridad. Porque a veces el talento no es suficiente, porque no siempre se puede confiar en la capacidad del factor humano. No, Alonso no llega a todos los milagros. Necesita unas condiciones mínimas que no se dieron ayer en Nurburgring. Salía octavo. Terminó cuarto. Sólo. Sólo escribo y ni me lo creo. No es lo que esperábamos...

Cuando Fernando fichó por Ferrari, los más optimistas pensaban que el asturiano repetiría el reinado de Michael Schumacher con la Scuderia, los amigos de la realidad sostenían que al menos tendría un buen coche cada año, capaz de permitirle subir con comodidad a cada podio, de luchar por las victorias. Sin necesidad de milagros. Sólo unos pocos esperaban con su pesimismo de cada día que Ferrari pusiera en sus manos de manera regular un coche que fuera el tercero, a veces el segundo, otras el cuarto, nunca el mejor. La norma se convierte en excepción en esta F-1. Ferrari era el mejor, ahora se tienen que unir todos los astros para que lo sea. Queda la fe. Poco más.

Porque por arriba un alemán con pinta de romper todos los platos sin que se note se ha convertido en el verdadero sucesor del Kaiser. Vettel lleva tres títulos y en algún lugar le están diseñando el cuarto. Porque ayer volvió a ganar. Lo hizo por vez primera en su país y de nuevo en Europa, lo que no ocurría desde Italia 2011. Ya lleva cuatro victorias este año, el doble que el español, 30 en toda su carrera, dos menos que el asturiano. De nuevo Vettel lo tiene todo y es más líder con 34 puntos de ventaja sobre su enemigo íntimo de rojo, un coche que sigue siendo el mejor pase lo que pase, haga frío o calor, a una vuelta y a mil, y un estado de forma extraordinario en el que ha unido talento y madurez, lo que le convierte en el máximo favorito para ganar su cuarto título consecutivo.

Venció Vettel y lo hizo con una estrategia simple: ir más rápido que el resto. Partía segundo, adelantó a Hamilton en la salida y desde ahí paró cuando tenía que parar, también aprovechó el coche de seguridad para cambiar neumáticos, como todos, y sólo se vio amenazado por un resurgido Grosjean. Pero poca cosa. El francés, además, acabó tercero tras un buen Raikkonen. Y Alonso esta vez con una estrategia diferente, comenzó con duros, no fue como se pensaba. No hizo una salida de las suyas, con los segundos duros sí fue rápido y después los blandos finales sólo le sirvieron para llegar a una orilla en el acantilado. Ahí queda ahora esperando un salvavidas que no llega de su equipo, ése que tanta ilusión nos hacía a todos. Necesita un Ferrari para no agotar los milagros.