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F-1 | GP BAHRAIN

Alonso, sin alas en Sakhir

El español, con problemas en el alerón trasero, luchó para terminar octavo mientras Vettel volvía a ganar y se escapa en el Mundial. Kimi y Grosjean, en el podio.

BahréinActualizado a
Fernando Alonso.
SRDJAN SUKIEFE

No hay nadie, el teléfono apenas suena y el cielo se vuelve oscuro junto a Alonso. Pasa cuando se pierde. La multitud de las victorias desaparece como el conejo de la chistera y sólo los que están siempre siguen en sus puestos. La vida... Eran las seis y media en el paddock de Bahrain, las palmeras comenzaban a iluminarse de rojo y plata, mientras el asturiano, gorra hacia atrás como los ciclistas de antes en el Tourmalet, subía la cuesta de los malos días y los jeques iban en busca del lado azul.

Allí donde vive Vettel, que ha iniciado el curso con las mejores notas de la clase mientras el rival sigue en ese hoyo que presume mala suerte donde habitan fallos técnicos y alerones voladores. En Malaisia fue un toque en el de delante, una decisión y un abandono. En Bahrain fue el de atrás, DRS maldito que se quedó abierto primero y cerrado para siempre después. Hacía tiempo que no tenía una avería mecánica se decía...

Pues ayer fue, pronto y para toda la carrera. Alonso sale tercero pasa a Vettel, el alemán se lo devuelve y se va a por Rosberg. Fernando pone la mente a trabajar y piensa que ya llegará el momento de ir a por el Red Bull. Pronto es el turno de pasar a Nico, abre el DRS y... a partir de ahí el infierno. Se queda abierto y entrar en las curvas se hace un suplicio por el escaso agarre, más velocidad en la recta, pérdida de carga aerodinámica en las esquinas. Entra en la vuelta ocho a arreglarlo, un mecánico de Ferrari da un golpe y sale. Será un problema aislado, esto no pasa nunca, piensan en la Scuderia. Segundo intento y otra vez. Vuelta décima, segunda parada, otro golpe en la tele y Alonso decimoséptimo. Una parada de más que le destroza la carrera. Y Alonso que intenta volar sin alas.  

Al final el español termina octavo cerca de Webber y pegado a Pérez y Hamilton. El quinto era posible. Sin DRS, un artefacto que te permite adelantar casi sin dificultad y en un circuito con dos zonas para poder usarlo, lo que se traduce en unas cuatro décimas de desventaja por la rotura en cada vuelta en la que se puede accionar.  Alonso hizo pasadas de piloto antiguo, sin ayudas, con el talento y el valor como aliados y así destrozó a unos cuantos, entre ellos a los dos McLaren, Button y Pérez y así se tuvo que defender de un gladiador como Checo, que le echó a la grava en la madre de todas las batallas de un gran premio en el que hubo mil guerras. Esa fue la carrera de un Alonso sin alas.

Por delante, Vettel puso a funcionar su cronometro y su Red Bull para marcar vueltas rápidas, cuidar sus neumáticos y ganar con casi diez segundos de ventaja sobre Raikkonen, segundo con dos paradas y con Grosjean al lado. Gritos y dedos al cielo en Red Bull, champán francés en Lotus. Decepción en Ferrari, soledad en el lado de Alonso. Ahora llega Europa, España, Barcelona. Alonso volverá a volar.